miércoles, 25 de febrero de 2015

Agarre piedras... o muera

En la Ciudad de México se contabilizan alrededor de 17 mil accidentes automovilísticos al año, de los cuales un 40 por ciento se producen por ir baboseando en el teléfono celular y otro 35 por manejar hasta la madre de borracho. Del 25 por ciento restante hay distintos motivos, entre los cuales se encuentra, aunque no se especifica en qué porcentaje, el chillar tras el volante.

Motivos para derramar las de Victoria Rufo sobran en esta vida, pero hacerlo cuando se está manejando un vehículo equivale a meterse a la porra ultra con una playera del América, no por un asunto emocional, sino físico, pues las lágrimas nublan la visibilidad y un conductor chillón fácilmente puede confundir la parte trasera de un tráiler con la entrada al segundo piso del Periférico, sin contar con que los topes y los baches se ven aún menos.

El peligro en la noche aumenta, pues las luces rojas de las calaveras de los coches se distorsionan por el agua en los ojos, así como las altas de los que vienen en el carril contrario, creando un efecto como de venir manejando muy rápido bajo una tormenta y sin limpiadores en el parabrisas. Todo lo anterior sin tomar en cuenta que el llanto se produce casi siempre por sentimientos ligados a la depresión emocional, por lo que es fácil querer aventarse desde un barranco como salida a las dificultades... dicen, me han contado, no es que uno ande todo depre o piense embarrarse contra un pesero en Tlalpan.

¡Chá!

viernes, 13 de febrero de 2015

Día de la desesperación

El gran filósofo contemporáneo Barney Stinson (interpretado magistralmente por Neil Patrick Harris en la serie ‘How I met your mother’) estableció el 13 de febrero (o sea hoy) como el Día de la desesperación, en el que todas las mujeres que no tienen pareja salen por la noche en busca de alguien con quién pasar San Valentín… así sea un baboso como yo.

No es su culpa, no es que anden jariosas buscando algún menso al que puedan engatusar por 24 horas para aparentar ante el mundo que son exitosas en el amor y ante la naturaleza que tienen la capacidad de atraer al sexo opuesto y cumplir con su misión reproductiva. ¡No! Es la pinche sociedad la que les dice que si el 14 de febrero andan en su casa deprimiéndose viendo las telenovelas aplastadas en el sillón y tragando gansitos son unas fracasadas en la vida y merecen morir solas.

Como no pueden mostrar debilidad ante la evolución humana y el quedirán, bajarán sus estándares y relajarán el aquello por igual las súper mamis que el día 15 se encerrarán a llorar dos horas en el baño por haber despertado junto a alguien como yo, que las arañas panteoneras que estarán dispuestas a presentarles ante sus madres a cualquier vertebrado que camine medianamente erguido. Es una carrera contra el tiempo y entre más cerca está la medianoche, más baja estará su autoestima.

¡Chá!

miércoles, 11 de febrero de 2015

Una ciudad sin amor

El amor todo lo puede; el amor todo lo pudre. Con el 14 de febrero a la vuelta, es raro que la ciudad no esté aún atascada de globitos rojos en forma de corazón leproso, rosas rojas encelofanadas a punto de marchitarse y chocolates con sabor a ébola en los puestos de afuera del Metro por donde atracan. Quizás es porque las cosas en el país no están como para enamorarse y usar ese sentimiento como motivación para salir a vivir la vida, lo cual es por demás preocupante.

Cuando no se tiene nada, cuando se es un ñango mental, cuando falta inspiración para hacer lo que sea, se recurre al amor, porque es un comodín emocional que permite que aquel que no debería tener cara para verse al espejo todos los días al levantarse salga de su casa optimista de que algo bueno puede pasar, por más improbable que eso sea.

Si lo anterior es cierto, el odio y el rencor podrían ser también buenas motivaciones para hacer las cosas con pasión, de hecho lo son, pero uno prefiere usar un sentimiento que en teoría es positivo, aunque esté falsamente representado por objetos que cuestan 15 varos en un semáforo y que se regalan con el único fin de que el objeto amado afloje el tesorito. Es decir, que si en esta ciudad ya no hay amor ni del barato, las cosas comenzarán a ponerse mucho peor porque los chilangos nos comenzaremos a dar cuenta de lo miserables que somos ahora que no tenemos una venda de corazoncitos en los ojos.

¡Chá!

miércoles, 4 de febrero de 2015

Pobre señora Casaubón

A pesar de haber cubierto la fuente del Gobierno del DF en el sexenio de Marcelo Ebrard, acompañándolo a inauguraciones, soportando sus conferencias y metiéndole mi grabadora en la nariz durante los chacaleos, no me había dado cuenta que el ex mandatario capitalino tiene unos huevotes tan grandes que no le caben en el pantalón, porque para hacerse la víctima en el caso de la Línea 12 del Metro, que se construyó al chingadazo para acabarla rápido y que él pudiera inaugurarla antes de dejar el cargo aunque eso implicara colapsar todo el sur oriente de la ciudad, hace falta tener muchos huevos y muy poca madre.

Qué bueno que la señora Marcela Casaubon ya tiene muerta diez años, porque ninguna madre merece en vida sufrir la pena de tener un hijo idiota (¡saludos mamá!) y que por su culpa le estén zumbando los oídos por tantos insultos, justificados de la gente que está dejando la vida en un camión roñoso cuando podría transportarse decentemente en un tren por el cual pagó con sus impuestos, multas y mordidas.

Y encima de todo el güey tiene el descaro de quejarse del golpeteo político que está recibiendo por algo de lo que evidentemente es culpable. Lo peor es que muy probablemente va a ser candidato a la presidencia y mucha gente va a votar por él, porque hay varios políticos que tienen menos madre que él y a estas alturas ya no hay ni a cuál irle.

¡Chá!

martes, 3 de febrero de 2015

Nos quieren matar

Yo, que estoy bien mamado y soy un enloquecido del fitness (ayajá), puedo adelantar que el programa de la Secretaría de Salud del DF para combatir la obesidad cambiando diez sentadillas por un boleto del Metro será un fracaso más grande que la delantera completa de las Chivas, ya que el hecho de ahorrar cinco varos provocará en el chilango promedio lesiones físicas que, en el corto plazo, derivarán en un problema de salud pública que representarán un gasto mayor al del subsidio de la tarifa.

Una sentadilla es un ejercicio peligroso, sobre todo en personas que no saben cómo ejecutarlas, que son la mayoría. Su realización representa un riesgo para los músculos, los huesos y las articulaciones, ya que perjudica las rodillas, que daña la columna y hasta puede madrear el corazón si quien las hace no tiene la condición física para rifarse una serie completa.

Un pasajero del metro común tiene, por lo regular, unos 10 kilos de suadero de más encima y no ha hecho una sentadilla desde la secundaria, porque hasta para recoger una moneda de a diez varos le estorba la panza. Sus rodillas endebles y muslos atrofiados soportarán, de un solo madrazo, el peso de la vida misma y sin una postura adecuada, lo cual invariablemente terminará con el sujeto en el piso sin poder levantarse porque su espalda tronó y se le chispó el femur, ¿y quién va a pagar? ¿Mancera? ¿Ahued? No creo.

¡Chá!