viernes, 20 de marzo de 2015

¡Qué oso con Don Bond!

El año pasado cuando vivía en Campeche, un pueblito olvidado de la mano de Dios donde hasta al mar le da hueva hacer olas, un día llegaron los actores de la telenovela ‘Lo que la vida me robó’ a grabar unas escenas a la plaza principal. La gente de la localidad, que pasa sus vidas viendo el pasto crecer, hizo tanto escándalo al tratarlos de ver de cerca y sentir que por un breve instante su existencia tiene sentido, que la grabación duplicó su tiempo por estar arreándolos para que no se cruzaran en las tomas.

Desde que se supo que James Bond filmaría aquí, poco importó el miniescándalo del dinero que aflojó el gobierno para que no se hablara mal del país y lo que la banda quería era ver, aunque fuera de lejos, al Daniel Craig partirle su madre a unos malosos en las calles del Centro Histórico, antes de despegar en un helicóptero mientras Palacio Nacional y la Catedral Metropolitana explotan con todo y Peña Nieto y Norberto adentro.

Es necesario cercar todo el primer cuadro para que los chilangos no vayan a arruinar las tomas, porque si nunca han visto una película en el cine por comprarlas piratas, mucho menos verán cómo se hace una. Lo peor es que todos los medios y hasta los gobernantes ponen al güero 007 y su distinguida presencia en nuestro país como tema preponderante, haciéndonos ver como la pueblerina que espera tres horas bajo la lluvia por un autógrafo de Sebastián Rulli.

¡Chá!

miércoles, 18 de marzo de 2015

Todos son Carmen

Señores, chavos, rucas y demás liosos amantes de las teorías de la conspiración y las monas de zarzamora con chochitos: se la están jalando a un punto del arranque, le están viendo doce chichis a la perra y ya mejor rolen de lo que estén fumando para andar igual, porque ver en el despido de Carmen Aristegui de MVS un plan maquiavélico para acallar las voces críticas al gobierno es algo que simplemente se podría definir como “chaqueto”, no irreal, pero sí chaqueto.

Aquí el problema es ver a un periodista como la dueña absoluta de la verdad y peor aún es que ella se lo crea, como es el caso, pues Carmen (ói al igualado) toma el papel de la víctima de la censura, como si fuera uno de los cientos de comunicadores que han tenido que salir de Venezuela en la última década por miedo a morir por informar lo que el Chavismo no quiere que se sepa... ¡eso sí es censura y no succiones de miembro!

Lo que aquellos que quieren dinamitar un edificio en Mariano Escobedo no saben, es que MVS perdió más al despedir a Aristegui, pues esos cuatro puntos de rating todos los días no se lo darán ni Luis Cárdenas, ni Alejandro Cacho, ni Jesse Cervantes o Sergio Zurita. En ese sentido, sí, MVS era Carmen Aristegui, cosa que a ella no le ha caído el veinte, pues tiene su propio espacio en Reforma y CNN para seguir diciendo lo que quiera sobre quien quiera, aunque incluso ahí es sólo una empleada...

¿Ingenuo pensar que sólo se trata de un asunto laboral? ¡Sí!, como lo es también creer que Carmen Aristegui no responde a intereses políticos y está por encima del medio en el que trabaja. Ahora mismo, en este instante, varias empresas radiofónicas se están relamiendo los labios y juntando casi el millón de pesos que cobran ella y su equipo al mes por su trabajo, a cambio de más audiencia de la que tenía el 102.5 por las mañanas, que era más de la que juntaban en el 96.9 en W, de donde también se fueron hace unos años alegando una censura.

¡Chá!

lunes, 16 de marzo de 2015

El rock ha muerto

Ah qué tiempos aquellos en los que Uruchurtu era regente del DF y Durazo el jefe de la policía, cuando trepaban a la julia y metían al bote a todo aquel que se dejara la mata larga y pareciera foto de catálogo de estética unisex; de cuando Echeverría prohibió el rock y todo pretexto de reunión juvenil para que la música fuera proscrita y enviada a tocarse en secreto dentro de asquerosas bodegas y patios en la periferia de la capital, conocidos hoy nostálgicamente como ‘hoyos fonki’.

Entonces el rock era valorado como arte, era en sí mismo un acto de libertad y de identidad que se ha convertido en un accesorio, en un pretexto para celebrar la decadencia de una generación que no valora, por desconocimiento de su historia, lo que tiene y usa la música como excusa para exhibirse, tratando de llenar el vacío emocional en sus patéticas vidas.

En el Vive Latino de este año quedó demostrado que la música pasó a segundo término, que la mayoría de quienes van lo hacen para presumir que estuvieron ahí y no para escuchar a un artista exponer su trabajo, que es más importante tomar fotos borrosas o videos de mala calidad que sentarse a escuchar en vivo lo que consumen en un archivo comprimido que borra la profundidad de los detalles.

Es la masa celebrándose a sí misma por estar reunida en el lugar de moda del fin de semana, aunque no estén escuchando nada de lo que se toca sobre el escenario, y que es la razón por la que deberían estar ahí.

¡Chá!

jueves, 12 de marzo de 2015

Autoridades machistas

Apenas el fin de semana se conmemoró el Día Internacional de la Mujer y las autoridades capitalinas se pararon la cola con rodadas ciclistas en tacones, clases de yoga en Reforma, exposiciones fotográficas y discursos en los que se aseguraba que hoy las féminas tienen el mismo poder de decisión que los hombres y la libertad para actuar en una sociedad sin distinción de géneros... pero no es cierto.

La Fiscalía de Trata de Personas de la Procuraduría del DF advirtió que hará operativos sorpresa en establecimientos nocturnos para castigar el exhibicionismo sexual y los bailes eróticos donde haya un fin económico, es decir, que los pocos teibols que quedan en la ciudad (que ya deben ser como dos) van a cerrar definitivamente, aunque las mujeres en éstos lo hagan por gusto, por convicción y no por obligación.

Es decir, las mujeres sí tienen libertad de hacer lo que quieran, menos bailar en un tubo, a pesar de que en la capital hay miles de escuelas de ‘pole dance’, que son exactamente lo mismo porque también tienen un fin económico, pues no son gratis. Según la procu, se castiga el exhibicionismo público o privado de forma sexual, o sea que no puedo teibolear ni siquiera en mi casa.

Pasa lo mismo con los circos con animales, que para el gobierno es más fácil prohibir que vigilar que no se les maltrate o, en este caso, que no se les obligue a restregar sus nalgas contra los bigotes de un señor que pagó por ello.

¡Chá!