jueves, 24 de abril de 2014

Infelices y nacos también

Ahora resulta que es noticia que los jóvenes capitalinos seamos infelices (oi al pinche anciano), tal como lo reveló una encuesta dada a conocer el martes, difundida ayer y retomada hasta hoy por mí, que son un huevón. Lo interesante y que sí es noticia es que, entre todos los motivos que hay en este mugroso pueblote para deprimirse, es la falta de instrumentos tecnológicos que les permitan estar conectados a internet, aunque la mayoría informe tener acceso a ese medio.

Es decir, que muchos de los morros andan de jeta porque no tienen una tableta, un teléfono inteligente, una laptop o una consola de videojuegos para andar subiendo selfis a Twitter o EzkRibirr Azi koMo rEtrAZaDoz en Facebook, donde convivirán más que en la escuela, además de que no tener esos dispositivos móviles les impide andar escuchando bachatas a todo volumen en el Metro o tomándole foto a sus tacos de canasta o hacer videos echándose un pedo en un encendedor para subirlos a YouTube.

En las cifras queda claro que en el DF se coge y mucho, además de que los chavos se drogan y chido, pero que les dé el bajón no tener un iPhone es otro motivo para deprimirse, más aún cuando la encuesta arroja que el 30 por ciento no tiene trabajo ni piensa tenerlo nunca.

Todo lo anterior, por lo menos para mí, que tengo menos de 30 y no puedo presumir ningún logro personal o profesional por falta de capacidad y talento, es un motivo más para jalarle al gatillo y tirolear la pared con mis sesos.

¡Chá!

martes, 15 de abril de 2014

Días de lucha

martes, 8 de abril de 2014

Empezó la locura

Ni las bolsitas de resistol, los chicles con cocaína, las chelas en bolsita o los panquecitos de mota fueron tan adictivos entre los niños y jóvenes estudiantes como lo será una nueva droga que a partir de ayer lunes comenzó a distribuirse por todo el mundo, la cual generará una gran derrama económica y una fuerte dependencia entre todos los pobres que resulten enganchados y que difícilmente se podrán zafar del nuevo mal: el futbol.

Fue este fin de semana que se distribuyó el álbum de estampitas del Mundial Brasil 2014 y en todos los puestos de revistas hay miles de millones de sobrecitos con cinco adhesivos cada uno, que por la módica cantidad de seis varos pueden pasar a formar parte de una colección que sale cada cuatro años, de la cual una multitud ansiosa esperará juntar los más de 600 rostros, hologramas, estadios y figuras, aunque eso cueste miles de pesos e ir a buscar jugadores en el mercado negro de los stickers.

El nivel de aprovechamiento en las escuelas comenzará a bajar, los niños no estarán más enfocados en las clases, sino en cambiar con sus compañeros las calcomanías repetidas, en salir a comprar más con el dinero que se supone es para la comida del recreo. Así será durante los próximos tres o cuatro meses, las banquetas ya comienzan a inundarse con chamacos haciendo truque y contando espacios vacíos. Aunque habrá uno que otro ruco, entre los que me incluyo yo, que despilfarrará más de una quincena en la pasión mundialista.

¡Chá!

jueves, 3 de abril de 2014

Estoy súper ofendido

Con la novedad de que Radio Trece, estación propiedad del empresario Carlos Quiñones y que se puede escuchar a través del 1290 de AM, festejó ayer su 20 aniversario de estar al aire. Para ello, reunieron a todos aquellos que han estado detrás de sus micrófonos a través de sus dos décadas de historia, desde Abraham Zabludovsky hasta Daniel Bisogno, pasando por Javier Solórzano, Chucho Gallegos y Freddy Gudinni, además de Carlos Loret de Mola, André Marín, Javier Alarcón y hasta el subnormal de Gusano Amorfo Infame.

El haberme enterado hasta cuando el evento terminó me tiene ofendido hasta los huesos, pues yo también formo parte importante de esa historia, con mis tres años laborados en esa mansión de la calle Emerson, en Polanco, aguantando hasta cuatro quincenas sin cobrar, turnos suicidas nocturnos con espíritus chocarreros incluidos, sin mencionar el acoso del Fabiruchis, que te chacaleaba con la mirada cuando ibas subiendo la escalera.

Sin embargo, me queda el orgullo de pertenecer a una gran escuela de talentos periodísticos y el recuerdo de aquellas fiestas de fin de año en las que terminábamos hasta nuestra madre y aún así seguíamos al aire, de la vez que transmití totalmente drogado desde el Vaticano una misa del Papa Benedicto XVI o cuando al final de las navidades agarrábamos a madrazos el arbolito, de las chelas en la cabina de grabación o el retrato que me robé de la doctora Diane Pérez o la moto en la que me rompí la madre.

¡Felicidades!