lunes, 24 de marzo de 2014

Un oasis en el desierto

Con todos los teiboldans de la ciudad cerrados por miedo a la mano represora del jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, miles han tenido que aceptar lo patético de sus vidas y encerrarse en su casa a fantasear con mujeres a las que ahora ni siquiera pueden pagar por ver. Otros tantos se han dedicado a peregrinar por todos los tugurios en busca de ese placer perdido, con el riesgo latente de contraer Sida en los ojos al tener que ver a cada araña trepada en un tubo sin saber manejarlo.

Para todos aquellos, hay un lugar al sur de la ciudad que se arriesga y le escupe en la cara a Mancera Espinoza y su política represora de la carne. Se llama Chateau (se pronuncia "cható"), que en francés, supongo yo, quiere decir "pelos", o algo así. Está sobre Insurgentes Sur, casi al cruce con Barranca del Muerto, en la colonia Florida, donde las chicas bailan libremente y presumen su libre albedrío y con movimientos sugerentes dejan en claro que para hacerlo nadie les está poniendo una pistola en la cabeza... bueno, un arma de fuego.

Está bastante decente, las chavas son de siete a nueve de calificación, los pomos están medio manchados y los boletos andan arriba de los 200 varos, pero como no hay otras chichis dónde ir a restregar la cara en un cubículo oscuro, uno los paga gustoso, aunque haya que inyectarse penicilina en la mañana. Lo que pasa con los teibols es como lo que ocurre con el limón, sólo que hasta ahora no nos hemos quejado lo suficiente.

¡Chá!

miércoles, 5 de marzo de 2014

Justicia antes del sábado

El próximo sábado 15 de marzo se casará mi amigo Alfrodolfo (así le pusieron sus papás, yo qué) con su güera, y antes de que todo valga madres y me lo regañen por cualquier cosita, planeaba llevármelo este fin de semana al Queens (Insurgentes y Durango) a gastarme los ahorros de una vida en unas rusas de nalgas impresionantes y seis litros de pulque intravenoso, para salir al otro día reptando entre las calles de la colonia Roma y agarrar fuerzas para no desmayarse cuando el cura le pregunte si acepta ser tratado como un imbécil para el resto de su vida.

¡Pero no! Resulta que el Queens, el mejor maldito teiboldans de toda la ciudad, está cerrado a causa de la necedad de las autoridades capitalinas, que a pesar de ser perredistas piensan con más cerrazón que panistas del yunque, porque no pueden concebir la idea de que una mujer se gane el pan con el sudor de sus chichis al restregarlas en las caras de señores desconocidos por gusto y no porque las estén obligando a hacerlo.

El Gobierno del Distrito Federal, en su lucha a ciegas contra la trata de personas, está afectando no sólo a las mujeres y sus familias que viven de bailes eróticos en un tubo, sino también a los miles de parroquianos, como yo, que sólo buscamos un rato de sana diversión en oscuros lugares que, por cierto, sí cumplen con los lineamientos que marca Protección Civil para operar como establecimientos mercantiles. Creo que terminaremos en un Sanborns echándonos unas enchiladas.

¡Chin!

martes, 4 de marzo de 2014

Presos políticos, ¡libertad!

El domingo la policía trató de impedir, con balazos al aire y madrazos, una segunda manifestación callejera en apoyo al Chapo Guzmán en Culiacán, Sinaloa. Eso es vil represión y una violación a la libertad de expresión, de la que tanto se presume en este país y la que nos mantiene lejos de dictaduras como Venezuela y Cuba, además de que vulnera los derechos humanos y, sobre todo, constituye una tremenda hipocresía.

Sí, está mal apoyar a un criminal, por más beneficios que el dinero sucio haya traído a la comunidad, pero es, en esencia, lo mismo que marchar o plantarse en una plaza pública para exigir que no se apliquen exámenes a los maestros y que éstos puedan echar a perder a la niñez mexicana con su falta de preparación y aptitudes, pues muchos de ellos heredaron la plaza a pesar de no saber un culo de pedagogía.

Ambas posturas deben respetarse y tolerarse dentro de los lineamientos que marcan la ley (oi al pinchi abogado), es decir, dejar que salgan a la calle y griten sus pendejadas, pero cuando saquen sus machetes y pretendan cerrar una calle, tomar un edificio o agredir a terceros, ahí sí deben entrar los de azul a repartir toletazos a cuanto cabrón se encuentre haciéndola de pedo, cosa que tampoco se hace cuando se debería.

La actuación de la policía sinaloense el domingo sólo evidencia un mal que preocupa y ofende: la justicia en México es estúpida. Luego por qué los acusan de represores, cuando en realidad son una bola de jotos.

¡Chá!