sábado, 27 de diciembre de 2014

Espíritu navideño

A las once de la noche comenzó la cuarta película de mi maratón navideño. Cada una más mala que la anterior, aquellas historias choteadas del catálogo del Netflix desde el incómodo sillón mugroso de mi casa sola con mis calcetines agujerados que dejaban pasar el aire gélido a mis dedos de uñas enterradas representaban un escenario mejor que estar atrapado allá afuera en el tráfico de Noche Buena, en la carrera con obstáculos de salida de un trabajo represor hacia la cena familiar castrante, pero en su edición 2014 con frío y bajo una lluvia que nadie se explica de dónde salió, pero de alguna forma también fue culpa del presidente Enrique Peña Nieto.

Un día después, ya en plenitud de la Navidad, los nubarrones negros cedieron terreno al cielo de un azul intenso con blancas nubes que invitaban al optimista a sacarle una foto para subirla a Instagram y al pesimista a darse un balazo en la sien, porque eso significaba que cientos de personas, aquellas a las que la cruda de la noche anterior dejó vivir, enfilarían como lo hicieron hacia el cerro del Ajusco a juguetear en la capa de apenas dos centímetros de nieve, con la que hicieron muñecos que colocaron en el toldo de sus coches, que llegando a Six Flags en su camino de vuelta ya se habían derretido.

Afortunados ellos que ya no matan, violan y secuestran en el Ajusco gracias a la Policía Federal. Desafortunado uno que tiene que buscar drogas más fuertes que la felicidad para encontrarle sentido a la vida.

¡Chá!

jueves, 18 de diciembre de 2014

Maldito exhibicionista

Nerviosismo, banderas, porras y una multitud. El ambiente era como para recibir a la Selección Nacional de Futbol después de haber ganado un mundial contra Alemania, en penales, en Berlín, jugando con tres menos y con Ochoa lesionado. El aeropuerto capitalino, acostumbrado al desmadre (tanto que los ex sobrecargos de Mexicana viven ahí desde hace años), recibió como héroe a un güey cuyo único mérito en la vida fue cagarla.

Adán Cortés Salas, el estudiante de la UNAM que irrumpió en la ceremonia de entrega del Nóbel de la Paz con una bandera mexicana para protestar por Ayotzinapa, se sintió Ricky Martin regresando el lunes por la noche a la Ciudad de México entre gritos de sus fans, después de haber sido expulsado de Noruega por su exhibicionismo, comparable con la de cualquier espontáneo que se mete encuerado a la cancha a tratar de abrazar a Lionel Messi.

El tipo asegura que no busca protagonismo (aunque ya lo consiguió) y que sólo está interesado en denunciar la situación de violencia por la que atraviesa nuestro país. Sin embargo, no es lo mismo ir a protestar en Noruega, uno de los países más civilizados y seguros del mundo, que hacerlo en Guerrero. ¿Por qué no agarró si saquito, su bandera y su camarota y se fue a hacer lo mismo a Cocula, Teloloapan, Arcelia o cualquiera de esas comunidades donde el narco gobierna?, porque sabe que allá sí se pandea su activismo político, sin importar redes sociales o qué tan duro apriete el culo para que no lo violen.

¡Puto!



lunes, 15 de diciembre de 2014

Chale con la Navidad

En medio del tráfico de Periférico a plena hora Godínez, un baboso en un Platina blanco se metió a la mala en mi carril, aventando lámina como si trajera una Hummer y no esa carcacha que en otra vida ha de haber sido taxi pirata de los que regenteaba López Obrador. Ya estaba bajando el vidrio para sacar mi manita y mentarle su madre mientras con la otra lo deshacía a claxonazos, cuando algo en ese vehículo me hizo darme cuenta de dos cosas.

Por encima del toldo, agarradas de los vidrios cerrados contra el marco de la puerta, dos amorfos pedazos de tela roñosa color café aparentaban ser la cornamenta de un reno, simulando ser uno de los que tira del trineo de Santa Claus en Noche Buena. La primera conclusión fue que el güey del coche de enfrente, por atreverse a adornar así su coche y no saber respetar su carril, era un maldito naco y la vida se iba a encargar de hacérselo notar con sangre, sin la necesidad de que yo me bajara a limpiarme las suelas de los tenis con su tráquea; y la segunda, aún peor, es que llegó esa época del año en el que uno busca en el fondo del cerebro motivos para no suicidarse.

Ya es Navidad y la ciudad te lo hace saber a madrazos. No es suficiente adornar casas, calles y coches, es necesario gritar el espíritu navideño lo más fuerte posible para que la estridencia y el mal gusto oculten la miseria interna, que sólo provocan ganas como de guardarme en mi casa hasta enero.

¡Chá!

viernes, 12 de diciembre de 2014

Nacidos para correr

Cuatro de la mañana del jueves y la recta que se hace en Periférico Sur, desde Tv Azteca hasta después de Insurgentes, inspira a meterle pata a lo que traigas, sea un vocho tuneado como el del presidente de Uruguay o una bestia de 18 mil caballos (tal vez exagero, pero nomás tantito) como el mío. Cuando miré el tablero, la aguja estaba pasando el 160 y la erección en mis pantalones me sugirió que a lo mejor iba yo un poquito rápido.

Más terrorífico que encontrarte un fantasma viajando en el asiento trasero de tu coche, era ver por el retrovisor el flashazo del radar de la policía tomándole una fotografía a la placa para cobrarte 150 varotes de multa por sobrepasar los 80 kilómetros por hora en vías rápidas de la ciudad. Implacable e irrefutable fue durante el sexenio pasado el invento del ex secretario de Seguridad Pública, Manuel Mondragón y Kalb, para evitar muertes relacionadas con el exceso de velocidad, mismo que ahora ya nos vale madres porque no se aplica más.

Desde hace mucho, tal vez desde antes de que terminara el gobierno de Marcelo Ebrard, los radares de velocidad dejaron de operar repentinamente (menos los del segundo piso, esos aún te atoran), ya que la gran mayoría quedó ciscada con los flashazos y dejó de correr como si trajeran diarrea. Ahora, a dos años de distancia y una vez que vi que podía pisarle como si fuera gallo jarioso, creo que es momento de desempolvar las máquinas para evitar que ocurra una tragedia a 200 por hora, sobre todo si la protagonizo yo.

¡Uts!

martes, 9 de diciembre de 2014

Fuera por chafa

Jesús Rodríguez Almeida no renunció a la Secretaría de Seguridad Pública del DF por haberse mostrado abiertamente autoritario y represor al enaltecer la actuación de sus elementos en las manifestaciones por Ayotzinapa, en las que los de azul madrearon y aprehendieron a los que marchaban en paz e ignoraron a los encapuchados que a pedradas irrumpieron en las tiendas para robarse unos pingüinos y unas cocas, aunque éstas fueran el elixir del capitalismo salvaje.

La verdadera razón por la que el jefe de la Policía del DF ya no lo es más, es porque sus pinches alarmas vecinales no sirven ni para juguete del perro, mucho menos para alertar sobre una emergencia y que le caigan las patrullas a mi casa cuando se meta un ratero a clavarse mis estampitas repetidas del álbum del Mundial pasado.

Me la dieron la semana pasada y, según dice el manual, procedí a activarla cinco días después, pero por más que le apreté al botoncito la central de emergencias nunca me devolvió la llamada y tras dos horas de intentarlo decidí arrancar la méndiga caja metálica de la pared para ponerla al lado de mi cama, así cuando un violador irrumpa en mi sacrosanto hogar pueda yo agarrarlo a alarmasos hasta sacarle el cerebro, porque sé que la tira no se presentará a ayudarme, y menos ahora que se quedó sin líder, aunque éste haya aspirado a ser como el Negro Durazo.

¡Chá!

lunes, 24 de noviembre de 2014

Propaganda policiaca

Días antes fue una fila de media hora para llenar una mugrosa solicitud, luego fueron dos horas de formarme bajo el sol entre decenas de rucas argüenderas, para inmediatamente después soportar al jefe delegacional, quien mediante una ceremonia eterna (a la que fui a poner mi cara de baboso como un beneficiado más) me hizo entrega de una flamante alarma vecinal, para que la policía capitalina esté al tiro cuando las ratas entren a mi casa a robarse mi colección de muñecos de las Tortugas Ninja y de paso me violen.

Como escuincle la mañana de Navidad, llegué a mi casa a abrir con emoción la cajota que me acababan de entregar, para hacer la cara que los niños ponen al descubrir que el bastardo de Santa Claus les dejó bajo el árbol un suéter de estambre que pica la piel en vez de un Play Station 8, pues las mentadas alarmas vecinales que tanto promociona el Gobierno del DF son un diablito telefónico.

Por mi complejo de Tim Allen (si se acuerdan de la serie Mejorando la casa están igual de ancianos que yo) decidí meterle desarmador a la caja, para descubrir que el botón de pánico es un simple mecanismo de marcado rápido al 066 que un niño de secundaria pudo construir en su taller de electrónica con productos comprados en el Steren de la esquina, que además es totalmente inservible porque la policía te tiene que hablar a tu casa para confirmar la emergencia, tiempo de sobra para que un ratero promedio se lleve hasta el papel del baño.

¡Chá!

miércoles, 19 de noviembre de 2014

Art gató

La casa de Las Lomas de Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera ofende a millones de mexicanos, pero no porque cuesta 200 veces más que un departamento de interés social en Los Héroes Tecamac o porque su revelación se da justo cuando el país atraviesa por el momento más crítico del sexenio, sino porque, la verdad, está bien naca.

La propiedad, ubicada en Sierra Gorda 150, es el más claro ejemplo de que el mal gusto no es cuestión de presupuesto, y de que no hay nada más gato que un güey de Las Lomas. En el siglo pasado el estándar de lo naco era el exceso, lo barroco, los muebles de terciopelo y alfombras de piel de oso muerto con todo y la cabeza, con candelabros colgantes de 10 mil luces y pinturas mamucas en las paredes, lo afrancesado, como la casa de Irma Serrano La Tigresa o María Félix, que asemejan más un museo de antigüedades que un hogar funcional.

Para evitar caer en ese exceso se llegó a otro; el minimalismo, que más bien es como mini-animalismo. El predio (que sugiere una complicidad del gobierno federal y una empresa inmobiliaria dueña de varias concesiones públicas) con sus blancas paredes, superficies amplias y espacios angulosos, pareciera más bien el lobby de un hotel acapulqueño que la casa de la familia presidencial, porque hasta cambia de colores con las luces como antro a la orilla de la playa, quizás se la piensen rentar a Palazuelos o a Kawaghi para que meta a su camello.

¡Chá!

miércoles, 15 de octubre de 2014

Quiero ser un perrito

Si uno busca en el diccionario la definición de "ojitos tapatíos" se encontrará con una foto de ella, de su rostro de proporciones perfectas y una figura que le da sentido a miles de años de evolución humana. Amante de los animales, simpática a más no poder y, por si fuera poco, amante de la lucha libre, Miroslava Luna es ahora, justo en este momento, en este plano existencial, la mujer perfecta.

Es el tipo de chica que uno sueña con presentarle a su mamá, sólo para que ésta sienta orgullo de haber parido a alguien digno de tal milagro, en vez de esas que al llevarlas a la casa sólo provocan que las madres se suban a su cuarto a llorar por la desgracia de sus hijos. Al verla caminar por la calle como un simple mortal más uno luego luego echa a volar la imaginación, sintiéndola alcanzable, posible, real, pero cuando se presenta como la edecán que todos los viernes por la noche desfila en bikini por la pasarela de la Arena México, como que el sueño se desvanece un poco, no así el enamoramiento.

Originaria del mero Guadalajara, es modelo, bailarina y hasta diseñadora de modas. Sabe que eso de pasearse en trapos diminutos sosteniendo una cartulina con un número sobre su cabeza no es para siempre, por eso no se aleja demasiado de los estudios de danza y el arte de formar nuevos talentos sobre la pista de baile. No es una belleza a la que le guste eso de los costalazos, nunca lo haría, quizás porque valora mucho su perfección y qué bueno, así uno se dedica sólo a admirarla y no a preocuparse porque le hagan algo que dañe su carita, como ocurre con las luchadoras sexys.

Al hablar con ella de frente, cara a cara, hipnotizado por la profundidad de sus bellos ojos, pude notar una pequeña, casi imperceptible cicatriz en el labio, justo debajo de la nariz, que el maquillaje no alcanza a ocultar del todo a corta distancia, que es el lugar a donde muchos quisieran ir pero sólo pocos hemos sido los afortunados de percibir de cerca el olor de la seducción inconsciente.

Además de todo, por si fuera poco y faltara algo más para enamorarse perdidamente de ella, ponerse de tapete en un bache para que pase ella con su coche, es una amante empedernida de los animales, sobre todo de los perros, por ello constantemente realiza colectas de alimento para mascotas entre los miles de seguidores que tiene en las redes sociales y lo que junta es donado a los varios refugios que existen en el Distrito Federal y su ciudad natal, que tampoco han de ser pocos.

Ya si uno no aspira a estar con ella, por lo menos sí a ser su perro, aunque no fuera de raza, para que ella te abrace y te acaricie el lomo, te cargue y te dé de comer, te bañe con una tina en el jardín y al terminar juguetear con ella entre el agua tibia, lamerle le cara y que responda con una sonrisa complaciente, moverle la cola (la propia) y al final del día, tener la fortuna de dormir a su lado echo bolita, aunque sea por encima de la colcha, para guardar sus sueños y protegerla en la noche de cualquier hijodesumadre que pretenda hacerle daño. Mientras la posibilidad de convertirse en perro no se concrete, uno se debe conformar con verla en la televisión los fines de semana o de lejos en las funciones de la México o la Coliseo, junto a la bola de calientes como uno que distraen la vista de las acciones sobre el ring de batalla cuando las bellas se pasean y alegran la vida entre caída y caída.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

Mejor regálenme una hermana

Yo no me quejé, al contrario, hasta me puse flojito para que Apple me dejara ir el nuevo disco de U2 directamente a mi biblioteca de iTunes, para que nada más tuviera que picarle con mi dedito a la compu, sin tener que irme a parar a la tienda a hacer el oso. Hay quien se molestó por el regalo porque no a todos les gusta U2 y cada vez serán menos los simpatizantes a la causa de esta banda irlandesa si siguen haciendo música tan chafa, que ni de gratis es aceptada.

Bono, Edge, Mullen y Clayton no regalaron su disco Songs of innocence, lo pagó Apple para adornar el iPhone 6, que es exactamente como el 5 y el 4, pero un poco más grande y mamila, con el fin de que el usuario no se sienta estafado, pero si la música estuviera buena no habría tanto inconforme buscando desesperadamente la manera de borrar esas canciones que no pidió en sus listas de reproducción.

Yo de todos modos lo iba a comprar para escucharlo completo en la regadera o en el tráfico, que es como se escuchan ahora los álbumes para asimilar la música. Una vez analizado todo el disco, gracias a un viaje salvaje de dos horas de Cuemanco a Satélite, puedo afirmar que Songs of innocence está a dos segundos de ser basura, pero no llega a serlo porque, a final de cuentas, es U2 y suena a U2.

Con pretensiones punk que no llegan a realizarse, abre el disco con The miracle (Of Joey Ramone), una canción que está científicamente planeada para sonar a coro en un estadio repleto con una escenografía súper mamona, con una guitarra potente pero que nada tiene que ver con la influencia que tuvo The Ramones en el nacimiento de U2. En el mismo sentido viene después California (There is no end in love), que toma como pretexto un fragmento de Barbara Ann de los Beach Boys para desarrollar otra rola épica, también planeada para tocarse en vivo bajo millones de libras en lucecitas y cuetitos, que ya los quisiera Peña Nieto para su ceremonia del Grito.

Iris (Hold me close) es otro pico alto en Songs of innocence, para después cerrar aguado y azotado con The troubles, entre otras canciones que no llegarán a sencillo pero suenan perronas. El problema es que U2 ya no tiene alma, es demasiado frío, calculado, ya no hay rock y se nota que están pensando más en cuántas pantallas tendrá su próximo escenario que en sorprender al público que compró un teléfono igual al que ya tenía, pero más caro, sólo para seguir siendo parte de la banda.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿Dónde estás?

En la pared de la cabecera de mi cama hay un póster enmarcado con resina que compré hace años en la tienda de Deportes Martínez, en el cual aparecen en forma de cómic y con pose de batalla Místico, Dos Caras Jr, Lizmark Jr, Doctor Wagner Jr, Hijo del Perro Aguayo, Atlantis, Último Guerrero y Héctor Garza, con la leyenda "Lucha Libre" y con el escudo del CMLL, cuyas estrellas, caricaturizadas en la imagen, pusieron de moda nuevamente el deporte de los costalazos hace poco más de un lustro y ahora la gran mayoría conforman una alineación de alarido en Triple A, a excepción de un par que siguen en la Arena México, otro que en paz descanse y uno más que se pasó de pozoles y lucha como independiente. La caravana de la tres veces estelar tiene ahora en sus filas a las figuras que con su simple presencia llenan cualquier lugar en el que se presenten y sólo les falta una más para completar la alineación que hizo renacer al Consejo.

En el techo sobre mi cama, sin enmarcar y sostenida apenas con unas grapas y algo de cinta adhesiva que el tiempo ha corroído, está otro póster que no compré en ninguna tienda sino que arranqué de las páginas centrales de una publicación de lucha libre que ya ni existe, cuya fotografía plasma otra de las razones por las cuales miles de aficionados atiborraban las butacas de las arenas México y Coliseo semana con semana, con la simple esperanza de verla pasar, quedarse con algo de esa sonrisa, grabar en la mente el movimiento de sus caderas y permanecer impregnado de su aroma, sin importar quién estuviera sangrando arriba del cuadrilátero de batalla.

Skarlet Linabys García García se llama aquella diosa del ring que me despide por las noches y me da los buenos días con la misma pose que, a pesar del paso de los años, no aburre en lo más mínimo y sólo provoca sueños de grandeza y delirios de triunfo. Linabys, como era conocida por quienes comprábamos boletos al lado de la pasarela de entrada al ring y por todos los fanáticos que los sábados esperaban el llamado de cada una de las caídas en sus pantallas, obligaba que la narración del doctor Morales describiera su contoneo y alabara la perfecta armonía de sus grandes ojos y mayor sonrisa de la cubana de voluptuosas formas que llegaron a distraer a los guerreros y provocaron derrotas de aquellos que se abstrajeron de la batalla para contemplarla al regresar a los vestidores con el cartelón de la tercera sobre su rubia y larga cabellera.

Brilló con luz propia al lado de aquellos que buscaron fortuna en Estados Unidos y hoy regresan a la patria luchística cobijados por las porras y las mentadas del respetable, además de los dueños de un legado que traspasa cualquier empresa, por lo que su lugar está con ellos en la caravana, embelleciendo las funciones con el meneo de su cintura al ritmo de la música con la que entran los luchadores a partírsela, con el consuelo de que ella estará ahí para que el dolor de las caídas y golpes se sienta menos.

Sin embargo, y a pesar de la horda de fans que hay en internet, quienes tienen atiborrado YouTube con videos en los que aparece la cubana Linabys moviendo con maestría eso que amerita un jalón de patillas y un coscorrón de esposa celosa, ya no está más en las filas del CMLL y tiene rato que no se le ve por ninguna arena presumiendo el ombligo coqueto que debería ser nombrado por el régimen cubano patrimonio cultural de la isla, porque edecanes bellas hay muchas, pero que además se muevan así, tengan esa sonrisa, sean simpáticas y no se den su taco cuando uno desde abajo de la pasarela las ve con un hilo de baba escurriendo en la camisa, sólo ella. ¡Te extraño!

martes, 9 de septiembre de 2014

Hablemos de nalgas

Con Miley Cyrus contenida y dándole la vuelta a sus detractores con una actuación recatada en los pasados MTV Video Music Awards, alguien tenía que dar la cara (o las nalgas) para escandalizar a la opinión pública y dar continuidad a la sana relación que hay entre la carne y la música, dupla que ha hecho evolucionar la mentalidad del mundo occidental década tras década.

Es Nicki Minaj la que toma la batuta transgresora del buen gusto para demostrarnos que siempre se puede ir más allá, que siempre se puede caer más bajo y que lo que sigue es mostrar las entrañas, pero al ritmo de algo que seguramente haría llorar a tu abuelita. 'Anaconda' es el título del nuevo sencillo de la cantante nacida en Trinidad y Tobago, el cual en una semana acumula casi 100 millones de visitas en el portal de YouYube gracias a que en él da una cátedra de cómo sacudir sus músculos glúteos, muchísimo más grandes que el promedio (aún entre las mujeres de raza negra), haciéndolos ir y venir, subir y bajar y tambalearse con un movimiento casi hipnótico.

¿Simple pretexto para mostrarlas, presumirlas y restregarlas en la pantalla? Un poquito, porque la canción habla de eso, de una mujer que anda de hombre en hombre buscando quién sea digno de poseer esas asentaderas tamaño crisis del 94, pero haciéndole homenaje al clásico del hip hop 'Baby got back' del rapero Sir Mix-A-Lot, quien con esa canción de 1992 dejó en claro que le gustan las nalgonas, como a todos los demás hombres.

Escandaloso y de mal gusto es el trasero bamboleante de Nicki Minaj, pero habrá que entender que es parte de la evolución de la música a algo aún más transgresor, como lo fue la pelvis de Elvis Presley en los cincuenta, las caderas de Mick Jagger en los sesenta, el androginismo de David Bowie y los gemidos de Donna Summer en los setenta, Madonna haciéndole el amor al piso en los ochenta, la cachondez de Britney Spears adolescente en los noventa, Robbie Williams bailando sin piel hace una década y ahora el perreo intenso de Miley Cyrus y Nicki Minaj, quienes son las que determinan quién está y quién no está en onda, lo cual me hace pensar que tal vez, sólo tal vez, ya estoy viejo.

miércoles, 27 de agosto de 2014

Sírvame otro thinner con hielo

"Por ti, dejé de hacerle gestos al tequila", dice un rolón de la Banda La Trakalosa de Monterrey, que sólo por esa primera estrofa debería ser considerada un himno al despecho de las mujeres del nivel de 'Ella', de José Alfredo Jiménez, esa en la que se cansó de rogarle y de decirle que sin ella de pena muere... ¡ajúa!

"Por ti, mi orgullo se ahogó en una botella", dice la segunda estrofa de esa obra maestra del alcoholismo por desamor llamada 'Borracho de amor', que suena hasta el cansancio en todas las estaciones gruperas que hay en el cuadrante de la radio nacional, que son tantas como muertos en el sexenio de Felipe Calderón (quizás exagero, pero nomás tantito). A pesar de llevar un rato ya circulando por todos lados, su poder etílico la tiene arraigada en el hígado de los mexicanos, que casi no buscan excusas para beberse hasta el agua de la taza del baño cuando una mujer los (nos) manda a la fregada.

"De bar en bar me voy bebiendo tu recuerdo", es otra de las frases con las que se consolida en el olimpo de las rancheras que se cantan al final de cada fiesta, ya cuando uno espera a que salga el sol para no ser atrapado por el alcoholímetro. No le pide nada a "Mujeres divinas" de Martín Urieta pero inmortalizada por Vicente Ferández, aunque a los oídos de alguien no entrenado por el Bacardí y la botana batata pudiera sonar como inferior, sólo por ser una canción que se cataloga dentro de lo "grupero".

Quizás lo único que le falta a 'Borracho de amor' de La Trakalosa es, como el buen chupe, añejarse tantito para ser asimilada hasta por esos pretenciosos que le hacen jetas a todo lo que suene a pesero pero que en el fondo y en sus listas de reproducción de sus iPods traen la discografía completa de Pepe Aguilar, Jorge Negrete y hasta Javier Solís, considerados pilares de la música popular mexicana, de esos que se encuentran en acervos y engalanan homenajes en Bellas Artes. Nos vemos en un karaoke de Coyoacán dentro de 20 años y confío en que ya todos se la sepan para no hacer el oso yo solito.

martes, 12 de agosto de 2014

Chinga tu madre Michael Bay

De entrada es una película sobre cuatro tortugas mutantes adolescentes ninja, es decir, uno llega al cine dispuesto a tragársela entera y sin hacer gestos, pero ese no es motivo para que un imbécil llegue y aproveche esa premisa idiota para tirar los recuerdos felices de la niñez al piso y mearse encima, tal como lo hizo Michael Bay, director de las películas de Transformers y productor y cerebro detrás de la nueva versión de Las Tortugas Ninja.

La cosa es sencilla: cuatro tortugas viven en las cloacas de Nueva York junto a una rata ninja, a todos ellos les cayó una sustancia que las hizo mutar en humanoides y con entrenamiento especial del roedor buscan defender a la ciudad del crimen organizado. En el camino conocen a una nalga que resulta ser reportera de un canal de televisión, quien les ayuda a esconder su identidad y viven aventuras bien chidas. ¿Qué tan difícil puede ser? Se han hecho dos caricaturas exitosas, una serie tipo Power Rangers y tres películas previas y todo estaba bien, hasta que llegó el baboso éste, cuya única película buena es Armageddon, a ponerle la cantidad exacta de caca a la historia para que hasta los que son fans de esa mariguanada digan "¡no mames!"

La protagonista es Megan Fox (April O'Neal) y una vez más, como lo hizo en Transformers, juega el papel de culo sin cerebro, sólo que en Las Tortugas Ninja ni siquiera luce como debería. En la película es una reportera que no sabe usar su teléfono celular, a pesar de trabajar en televisión y por lo tanto con imágenes, no aprovecha que está en una toma de rehenes en el metro para sacar la nota de primera mano de eso y prefiere corretear sombras, y resulta que ella inventó a las tortugas cuando era niña.

Incoherencias en la trama se cuentan por docenas, como el hecho de que Splinter aprendió ninjitsu de un libro que estaba en el drenaje, que se hizo enemigo mortal del Destructor apenas se encontraron, a pesar de que nunca se habían visto, contrario a la historia original de que mató a su dueño, un sensei ninja. Que el papá de April, un científico muy acá, le prendió fuego a su laboratorio para destruir la aberración que había creado sin antes poner a salvo a su hija de 10 años, y sobre todo que nadie tenga un motivo para ser bueno o malo.

Lo más peor es el diseño de los personajes, porque las tortugas dan miedo y deberían ser como bonachonas y simpáticas, tirándole a botargas, mientras que el Destructor es básicamente una navaja suiza son patas, además de que la rata Splinter tiene cara de puerco. Es así que una caricatura ochentera que hizo historia y aún gusta en una versión renovada con animación digital fue a dar a la basura y con ella mis ganas de vivir, provocando un deseo de cazar al pendejo de Michael Bay y meterle una de esas tortugas cocodrilo por el culo.

jueves, 3 de julio de 2014

Gastronomía campechana

No existe tal cosa. Por más que intenten crear el concepto, la cocina típica del estado de Campeche es algo que no puede ser definido dentro del amplio espectro de la gastronomía nacional. Como muchas otras cosas en las que este pueblo alejado de la mano de Dios está falto de identidad, la comida de la localidad es una extensión de lo que se prepara en el vecino estado de Yucatán, cuyos platillos son conocidos, degustados y admirados en todo el país y más allá de las fronteras mexicanas.

Si uno busca en la ciudad de Campeche y municipios aledaños comida típica, va a encontrar que los campechanos han hecho suya la gastronomía yucateca, promocionando los panuchos, el relleno negro, el poc chuc y pan de cazón como lo auténticamente tradicional, siendo sólo el último platillo el que es reconocido como oriundo del estado.

Sin embargo, el pan de cazón no es tan popular en los mercados populares o lugares de cocina típica, que es donde realmente se define la gastronomía local. En otras palabras, es raro que los campechanos coman su único platillo campechano, pues en las fondas lo que domina son los panuchos yucatecos en sus diferentes variedades, además de las trancas, que no es otra cosa que una torta hecha con pan de baguette... o birote, como también es conocido. Digámosle que es un subway populachero, pues es rico en vegetales y especias, además de que todo el mundo se desayuna por lo menos dos, por eso los campechanos encabezan los índices de obesidad en el país.

Entre las variaciones destacables de comida que se puede encontrar aquí, está el hecho de que a todo le echan chile habanero, cuya producción en la entidad es por demás alta, generando lenguas resistentes al fuego y hemorroides asesinas. Otra particularidad de los campechanos es que gustan de los hot dogs como a los chilangos de los tacos, pues los puestos callejeros abundan, sólo que aquí se preparan con tanta cebolla frita como sea posible.

Ahora bien, si algo puede considerarse una delicia local que difícilmente se encontrará con el mismo sabor en otro punto de la geografía nacional, eso es el agua de horchata. Siendo un estado que produce mucho arroz, el agua de horchata, la original, la que se hace con arroz y canela, es una auténtica delicia, un elixir sagrado que debería ser considerado patrimonio de la humanidad, a la par de su mentada ciudad amurallada y la reserva de la biósfera de Calakmul, que esa sí está bien padrota.

En fin, con el pan de cazón tan fuera del alcance del paladar popular y sólo para turistas, el pescado y los mariscos llegan a llenar ese hueco en el estómago del que busca una identidad campechana, aunque sinceramente los cocteles y los filetes son muy inferiores a los que se pueden preparar en Veracruz.

miércoles, 25 de junio de 2014

Calakmul

Los mayas sí eran bien chingones, me dice mi dizque guía al llegar al centro de la zona arqueológica de Calakmul, un día después de que ésta fue nombrada Patrimonio Mixto de la Humanidad, que quiere decir que está bien chido todo. Esa fue su conclusión, luego de destrozarme el culo por traerme una hora y media dando brincos y sentones en el asiento trasero de su motocicleta, que era la única forma de llegar hasta ahí sin gastar lo que guardaba para la comida de la semana.

Cuando se dio a conocer la noticia del nombramiento, por parte de la UNESCO, dije ¡chinguesumadre tengo que ir!, y esa misma noche me lancé desde la ciudad de Campeche al municipio de Escárcega, que está a dos horas y media en carretera en un autobús ADO, porque en camión de segunda se hacen tres horas y cacho. De madrugada me metí a tratar de dormir un rato a un hotel donde seguramente sólo por usar las sábanas me dio Sida, para levantarme temprano y agarrar el chimeco de las ocho rumbo a Xpujil, que es otro de esos pueblos perdidos en la selva. En medio de ese viaje me tuve que bajar en una comunidad de menos de cien personas llamada Conhuas, que es desde donde se entra a Calakmul, mediante una veredita de 60 kilómetros entre jaguares, pavos salvajes, changuitos y cuanta bestia exista en la reserva de la biósfera.

Ir todo fashion con un viaje contratado en una agencia sale en por lo menos seis mil pesos, pero llegar apestoso y maldormido como lo hice yo (un hombre de-a-de-veras) salió en menos de mil, aunque con una probable lesión en la columna y un dolor en las patas por tener que trepar tres pirámides más altas que la del Sol en Teotihuacán, además de ser picado por un insecto que seguramente me dará una enfermedad de esas que sólo el Doctor House podría descubrir y curar.

Cuatro horas y dos infartos después, además del viajecito en moto otra vez, tuve que correr a una parada de camión para agarrar el último que iba a pasar por ahí nuevamente, para llevarme al pueblote y de ahí en autobús, para llegar todo fumigado a mi casa de rancho, contento por compartir la sabiduría milenaria de los mayas, que sí eran bien chingones para hacer piedrotas, aunque básicamente fueran cazadores y recolectores supersticiosos e híper violentos.

martes, 10 de junio de 2014

Hip-hop campechano

Toda ciudad, por más pueblote que sea, tiene sus barrios bajos, los cuales, como el resto del paisaje, aspiran a parecerse a los de las grandes urbes que marcan tendencia en el mundo de lo clandestino, es decir, que un pantano marginal renegará de serlo y preferirá mil veces ser como el Bronx en Nueva York o mínimo como Tepito en la Ciudad de México, pues el tercer mundo existe hasta dentro del tercer mundo.

jueves, 5 de junio de 2014

Esa cloaca llamada Campeche

Ciudad colonial del siglo XVI caracterizada por una muralla y coloridas casas en su centro histórico, que al mojarse se convierte en una letrina. Esa es Campeche, una capital que, además de estar de absoluta hueva, tiene la insana costumbre de ser soluble al agua, a pesar de estar a la orilla del Golfo de México, a donde van a parar toneladas de basura, porquería y meados, pues todo lo que desechan va a parar a la bahía.

Con el paso de la tormenta tropical Boris por la península y un canal de baja presión en el Caribe, desde el martes no ha dejado de llover un instante y al mar, ese que ni olas hace, no le ha dejado de caer cagada. Desde el año pasado, los gobiernos estatal y municipal arrancaron un proyecto llamado “Megadrenaje”, el cual pretende solucionar los problemas de inundaciones de cada temporada de lluvias, cuando cientos son desalojados de sus casas anegadas y muchos más huyen de los cocodrilos que por ahí rondan, sin mencionar que las calles se convierten en un bache del que uno podría no salir nunca. Sin embargo, ese ducto que se supone debe recolectar toda el agua pluvial desemboca en la bahía, junto con toda la basura que recolecte en su camino a lo largo de cuatro kilómetros.

Días antes de la inauguración comenzaron las primeras lluvias, lo que retrasó la entrega, y una vez funcionando, se dieron cuenta que no había ningún tipo de filtro en el camino para evitar que el mar se convirtiera en una sopa maruchan gigante, con bolsas, latas y botellas flotando por todas partes, como ocurrió. Su brillante solución fue colocar una reja en la desembocadura para detener toda la mugre, pero como no estaba planeado desde un principio, improvisaron una malla como la que puede uno comprar en cualquier tlapalería, la cual aguantó el torrente menos de cinco minutos, porque los campechanos son muy puercos y dejan un chingo de basura tirada por ahí, y si se los dices, como lo hizo una funcionaria, se ofenden como señoras a las que no saludaste al llegar a la fiesta.

Es así que, la bahía de Campeche, a pesar de no tener playa y en lugar de eso unas piedras verdes que amenazan con matarte si te metes a chapotear, también es un tiradero de desperdicios más grande que el Bordo de Xochiaca, pero no les digas nada a los campechanos porque se encabronan.

miércoles, 4 de junio de 2014

Una patada en los huevos

La jaula de oro es, antes que nada, una obra maestra de Los Tigres del Norte que, al igual que la película que está en cartelera, habla del fenómeno migrante hacia Estados Unidos. La canción trata sobre un trabajador mexicano que está ganando muy bien del otro lado pero no puede hacer nada ni salir a la calle libremente por miedo a que lo vayan a agarrar y deportar, además de que entre tanto gringo como que no se haya, pero para llegar allá, a su “jaula de oro”, tuvo que pasar por un desmadre, que es precisamente de lo que trata la cinta laureada en Cannes y Morelia, además del Festival Internacional de Cine de Tlalnepantla, Estado de México.

Fue hasta que se llevó todos los premios en la pasada entrega del Ariel, apenas hace unos días, que decidieron estrenarla en los cines del país, a pesar de que en YouTube está desde hace varios meses y sin pagar un varo por verla en calidad muy aceptable. La jaula de oro ha generado tan buenos comentarios entre los mamones que se dedican a reseñar cine porque trasgrede todo aquello que se podría considerar “comercial” para vender una historia de migrantes en su camino al sueño americano. De entrada utiliza niños que no son actores y mucho menos famosos, que la hacen de centroamericanos y que uno de ellos ni español habla, no son personajes buenos luchando contra los polleros, policías y narcos malos, no presumen esa inocencia que fácilmente podría sacar un par de lágrimas, sino que los pinta como son: unos jodidos que no tienen otra cosa que hacer para no morir que viajar miles de kilómetros a un lugar que ni siquiera saben cómo es, además del hecho de que uno de ellos es un pinche morro ojete.

La película es una patada en los huevos, está hecha para que el que la está viendo sufra y se revuelque en su butaca porque el mundo y México así es de culero con los que viven aquí y más con los que vienen de afuera, que tampoco son unos angelitos. Y al final, luego de que ya sufrieron, sobrevivieron a machetazos, trenes, narcos y demás fauna mexicana, terminan en una jaula, que ya ni siquiera es de oro como la pintaban Los Tigres del Norte.

lunes, 2 de junio de 2014

Suicidio en pantalla

Al llegar a la taquilla del cine, con esas ganas que tiene uno de tirar dos horas de la vida a la basura como si nunca las fuera uno a ocupar, vi es póster del estreno de Cambio de ruta, una película con Sandra Echeverría y mi mente sólo pudo pensar en nalgas, por eso entré... eso y el hecho de que era la única función que iba a empezar temprano y qué hueva tirar el tiempo paseando por una plaza con las tiendas cerradas.

Desde que empezó la película supe que iba a ser una porquería, pues la introducción en animación como de programa para niños retrazados en un canal del gobierno ya avisaba de la falta de imaginación de sus realizadores para introducir la historia, con una canción que ni en drogas compondría Arjona.

El planteamiento de la trama es: Sandra Echeverría, que se cae de buena, es la mejor guía de turistas de la Riviera Maya pero sufre porque no tiene novio, a pesar de andar en bikini todo el tiempo y parecerse a Lara Croft (la chichona de los videojuegos de Tomb Rider). Vive junto al mar con su papá músico y su mamá vendedora de consoladores, porque algún guionista muy original se le hizo eso un gran detalle. Su mejor amigo es Héctor Jiménez, quien se consolida como el gran patiño del cine mexicano; lo hizo junto a Jack Black en Nacho Libre, como el Cacayo en Besos de azúcar de Cuarón y como el Charal junto a Eugenio Bartilotti en Fachon models, y aquí también es el personaje más simpático, aunque haga el mismo de siempre.

A la sabrosa le molesta un cambio en la empresa para la que trabaja, que es convertida en parte de un corporativo sin corazón que busca acabar con los manglares y toda la riqueza cultural de la zona, construyendo un hotelote bien chingón, propiedad de un mono ahí bien guapo, del que seguramente se va a enamorar, porque en el póster están los dos abrazados (dah). Por eso la ricarda se une a su amigo y crean su propia compañía de ecoturismo con la que defenderán a los mayas, así bien chingón.

Es más predecible que un discurso de López Obrador, cursi como la chingada (la chingada es muy cursi), tan llena de clichés como de rolas choteadas y por si fuera poco, llega Eric del Castillo a hacerla de sí mismo, como si no fuera ya un abuso cobrar 50 varos por el boleto.

No me salí nomás porque me acordé que afuera del cine estaba Campeche, una ciudad en la que no hay nada mejor que hacer que esperar bajo el sol a que llegue la muerte. Cuando me muera, voy a querer recuperar esa hora y media para despedirme de mi mamá o algo más productivo.

miércoles, 28 de mayo de 2014

Tráiganme un Pepto

Si se pudiera definir en una sola palabra la película X-Men: días del futuro pasado, esa sería “diarréica”, porque te cagas, te cagas, te cagas a cada rato de la emoción que te da que pasen cosas en la pantalla, que el Wolverine se abarate culeros con sus garritas de hueso, que salgan personajes de las anteriores películas y de las que vienen, que destruyan centinelas y todo para que al final, al mero final, ese que pasa después de los créditos, cuando la que hace el aseo en el cine ya puso su jeta porque no puede empezar a hacer como que barre hasta que te salgas, te recontra zurres al ver que la siguiente película, la que se estrenará en dos años, reunirá a todos en una pelea contra el enemigo más cabrón que haya salido en el cómic.

La premisa es muy simple: en un futuro no muy lejano todo valió madre, el mundo se acabó porque los centinelas acabaron con todo, gracias a que la humanidad estaba destinada a evolucionar y por eso todos fueron considerados una amenaza. Ante tal pedo, los X¬-Men sobrevivientes encuentran una manera de arreglar todo mandando la conciencia de Wolverine a su cuerpo setentero para que, ayudado por los jóvenes Charles Xavier y Magneto puedan evitar que el creador de los robots asesinos obtenga un ADN que definirá el futuro de la guerra entre especies. ¡Un desmadre!, pero que sirve de pretexto para pelas simultáneas en dos líneas temporales con efectos súper locos, poderes hyper bastardos y Jennifer Lawrence en chichis azules.

La película la dirige Bryan Singer, el director de las primeras dos de los X-Men y un joto acusado de chichifear actores en Hollywood y de hacer la peor película de Superman de la historia, pero Días del futuro pasado le quedó pocamadre por las constantes referencias al cómic, con la adaptación correcta al cine (en la historieta Wolverine muere en el futuro como en la página 3) y porque continúa con una historia que tiene 14 años de haber iniciado, mismos en los que han habido dos Hombre Araña, tres Hulks, dos Superman, dos Batman (contando a Ben Affleck), dos War Machine (el cuate de Iron Man) y 16 muertes de Chespirito, por lo que la que viene cerrará un ciclo que ahuevo que voy a comprar en cajita de edición especial con 12 blue rays a 8 mil pesos en el Mix Up.

martes, 27 de mayo de 2014

Gñiaaaaaaaa

Así como hay europeos que le rinden culto a las películas del Santo, hay güeyes de este lado de mundo que se vienen en seco con las de Godzilla, el monstruo japonés que hace que todo valga madres cuando se aparece a agarrarse a madrazos con otras creaturas radiactivas, aunque eso parezca más un capítulo cualquiera de los Power Rangers. En ambos casos, el encanto de las cintas radica en lo malas que son y bajo esa premisa, la que está ahora en el cine sobre la lagartijota gruñona es la peor que se haya hecho, porque les quedó bien buena.

Se dudaba de la calidad e integridad de Godzilla 2014 porque, basados en el anterior intento de los gringos por apropiarse de la franquicia, los fans temían que Bryan Cranston, el señor White de Breaking Bad, le fuera a robar atención al verdadero protagonista de la historia, pero ese miedo se diluye como a la media hora, cuando se ve que el papá de Malcolm es sólo mero detonante de toda la trama y que la imagen del actor fue incluida en el tráiler sólo para crear expectativa. Si algún humano se puede jactar de aparecer de principio a fin es Ken Watanabe, pero ese a nadie le importa.

¿Querían monstruos? Además de Godzilla salen otros dos, para que los fans no anden chillando. ¿Pedían el rayo laser? Ahí está, con todo y calambre desde la cola. ¿Gruñido? Sí gruñe y un chingo. ¿Edificios destruidos? Los hay y por montones, de hecho, se puede decir que la película recrea todos los daños que provocan las peleas en las japonesas, sólo que desde un punto de vista más realista, sin las maquetas de cartón que se truenan entre chispitas, generando millones de dólares en pérdidas y de víctimas mortales, creando drama que las de culto no tienen, pues se basan sólo en los madrazos. Incluso, para darles gusto a esos nazis del cine de monstruos, hay varios guiños a las clásicas, como la forma de matar a uno de los malos, el movimiento del colazo asesino y hasta la forma en la que desaparece.

Godzilla, la que está en cartelera en estos momentos, es una gran película que emociona, que tiene historia, actuaciones y mucha acción, eso no le ha gustado a los fans porque Godzilla ya no les pertenece, porque esta versión nueva es tan buena que ampliará su base de fans a partir de ahora, arrebatándoles eso que los hacía especiales, porque a quién más le iba a gustar un monstruo que desbarata edificios de cartón bajo los pretextos más estúpidos.



lunes, 26 de mayo de 2014

Sáquenme de aquí

Hopelchén, Nuevo Campechito, Atasta, el Aguacatal, Isla Aguada, Sabancuy, Checubul, Chicbul, y Mamantel, además de Champotón, son nombres de poblados y municipios de Campeche que aún, dos semanas después de que vine a dar aquí, no puedo pronunciar sin cagarme de la risa. De hecho, mientras escribo estas líneas todos a mi alrededor me están viendo con cara de “qué pedo” porque no puedo contenerme la burla. Es más, cuando me agarre la PGR por alguna pendejada, que digan que soy Mario Manterola, alias “El Mamantel”.

Ya me adecué a la vida en la provincia (como si el DF fuera el primer mundo), ya hasta fui al cine y tengo hecha mi rutina de todos los días, que básicamente consiste en dormir con el ventilador puesto, aún de día, para no tener que soportar los golpes que le da el rencoroso sol a mis cachetitos, que se ardieron con una caminata que di el otro día a mediodía.

Bajé una aplicación a mi teléfono celular que me dice cuál es la temperatura real y la sensación térmica, además del pronóstico de los siguientes días y manda alertas en caso de que todo cambie intempestivamente. Pues esa madre apenas la prendí y empezó a vibrar a lo pendejo. ¡No mames! ¿Qué haces ahí?, me preguntó la chingadera, que no entiende en su lógica de ceros y unos cómo fui yo, un intolerante al calor, a dar a este sartén de fonda barata.

35 grados centígrados hace todos los días y de 28 no baja, cuando eso en el DF ya es cagarse de calor. Sin nada qué hacer, me pongo a hacer lo que me pagan por hacer, sin pensar en ir a turistear a esos parajes de chistoso nombre, porque si en Campeche, que es la capital, no hay ni putas madres qué hacer más que ver la vida pasar y esperar por el atardecer, en los pueblitos ha de estar más para meterse un tiro (repito: ya son 30 suicidios este año y es un problema de salud pública muy serio).

No sé dónde queda Fracciorama o la Colosio y no me importa, ya sé dónde está el estadio de Los Piratas, la plaza, los bares y el centro, con eso me basta, no necesito irme a perder a los barrios bajos donde tampoco pasa nada, porque todavía si hubiera el riesgo de que alguien me macheteara me tentaría un poquito ir.

Seguimos informando, aunque no sé ni para qué.

martes, 20 de mayo de 2014

Me la llevo campechana

Una semana ha pasado desde que un repentino ataque de moralidad me dio, secuestrándome para venirme a tirar a Campeche como los plagiarios exprés que después de pasear a su víctima por los cajeros automáticos van a dejarlo al lugar más remoto y culero que se saben... y no me he muerto ni me he suicidado.

Los días son eternos y las noches frescas no tanto, porque amanece como a las cuatro de la mañana y los putos pajaritos te lo hacen saber a gritos que le impedirían dormir hasta un Snorlax (saca tu pinche referencia ñoña), y del sol no me he quejado lo suficiente, sólo espero que no me empiecen a salir manchas en la piel que se conviertan en cáncer, porque aún vistiendo camisas de manga larga sientes cómo la radiación atraviesa la tela para quemarte hasta los vellitos del culo sin piedad.

Alguna vez me pregunté por qué a los tacos combinados se les decía "campechanos", y ahora entiendo que es porque aquí a la gente le vale madres todo, porque eso de vivir en un sartén y sin tener nada qué hacer o a dónde ir los ha hecho tan huevones que les da lo mismo que les pongan suadero, longaniza o reata, total ellos se lo van a terminar tragando.

Si no es casualidad que aquí nunca haya perdido el PRI, porque a estos güeyes les da fiaca hasta cambiar de gobierno, por eso un periódico como el que yo edito es tan textoso y pesado, porque como no salen por el calor y no hay un lugar cercano en el cual invertir su tiempo, los campechanos leen un chorro, más aún si es gratis como La Opinión.

La actitud campechana o campechanía de la que tanto hablan, eso que tiene la gente de aquí que los hace tan apacibles, no es otra cosa que producto de la geografía y el mundo que les ha tocado vivir, porque a pesar de estar frente las aguas cálidas del Golfo y en una zona tan económicamente activa, ni playa tienen para entretenerse un rato, porque el mar no tiene arenita donde revolotear y en vez de eso hay unas piedras verdes cubiertas de algas que amenazan con partirle el cráneo a todo aquel que intente echarse un clavado.

Yo, por mi parte, corro el peligro de convertirme en un pasivo observador de la vida, porque hasta para platicar son huevones estos güeyes, que se sacaron de pedo cuando le grité "pinche negro" al güey que anotó un gol de Pachuca en la final contra el León. No echan desmadre, no platican entre ellos, sólo se vienen a arranar aquí a la redacción porque hay airecito. Lo preocupante es que yo ya la pienso dos veces antes de salir por algo de comer.

Seguiremos informando, si es que no me da hueva a mí también.

viernes, 16 de mayo de 2014

La muerte y el beisbol como deporte estatal

El estado de Campeche ocupa el primer lugar en suicidios a nivel nacional. Incluso, entre las notas periodísticas (no tanto) que me ha tocado ver durante mi cortísima estadía acá, hubo una que me sacó un pedo de la risa acerca de un grupo de religiosos cuya única misión en la vida es andar por las calles viendo quién tiene cara como de poderse meter un balazo en la cabeza o colgarse de la regadera, porque los que usan la puerta falsa abundan tanto como las marisquerías aquí.

Es decir, que lo peor que pude hacer para evitar meterme un taladro en la cola fue venirme para acá, donde es tanto el calor y hay tan poco qué hacer, que las personas prefieren andar jugando a dejar de respirar para siempre en vez de enfrentar su realidad, en la que sólo existe un inmenso mar que ni olas hace, porque no tienen playas con arenita en la cual jugar, y en vez de eso sólo hay una superficie rocosa debajo de la cual hay un chingo de petróleo qué extraer para regalárselo a los extranjeros.

Según me cuentan, llegué en un momento en el que ya no está tan cabrón, porque hace poco acaban de inaugurar una plaza comercial que tiene un Cinépolis al que pueden ir a comprar a Liverpool, a comer un helado de Nutrisa y hasta adquirir artículos deportivos a Martí, lo cual los tiene encantados y alejados de la idea de jalarle a ese gatillo que acaba con todo de un solo madrazo.

No he ido porque me la he pasado en chinga (ajá) y porque cada que avanzo dos cuadras siento que el sol me da un sape lamido en la nuca y para llegar al paraíso del capitalismo salvaje hay que cruzar toda la ciudad, si es que a este pueblo quieto junto al mar al que ni las tormentas tropicales quieren venir se le puede llamar ciudad.

Ahora bien, si esperaba un reto en la vida, hacer un periódico diario en un lugar en el que nunca pasa nada es algo que lucirá bien en mi currículum... claro, en caso de que sobreviva a mis ganas de aventarme de cabeza desde una plataforma petrolera.

miércoles, 14 de mayo de 2014

¿On toi?

Esa pinche incertidumbre de no saber si documentaste bien tu equipaje, de pensar mientras esperas abordar que tu maleta con calzones limpios llegará a alguna otra parte del mundo lejos de tus nalgas, arrepintiéndote de haber dejado ahí también cosas tan importantes como el cargador de tu teléfono celular. Horas después, se te frunce el acá cuando pasan al perrote por la banda transportadora olfateándote tu petaca en busca de droga, que afortunadamente está entre tus calcetines apestosos y hasta la nariz más educada se guacarea con lo podrido de ese queso.

Total que ya estoy en Campeche. ¿Haciendo qué? No tengo ni la más re-prostituta idea de cómo vine a parar aquí, pero el hecho es que al bajar del avión me recibió un gordito con cara de Maya transgénico que me trepó a un camionetón que, si no fuera porque traía logotipos de un periódico, pensarían que me estaban levantando los zetas. Ahora que el cabrón no me llevó a mi hotel a descansar del viaje de madrugada que tuve que hacer, porque para despegar a las nueve hay que llegar a las ocho a más tardar en el aeropuerto, lo que significa morir un poco en el tráfico, sino que me trajo directo a la redacción de los diarios El Expreso de Campeche y La Opinión de Campeche, donde luego luego me presentaron como Don Chingón, como el salvador del periodismo del sureste, el redentor de la verdad y el amo del cabeceo certero, además de señalarme a la competencia que hay que tumbar, entre los cuales no figura ni tantito el diario Campeche Hoy (ándele perros).

Entre los grandes contratiempos de estar aquí, que se cuentan por chingos, destaca el hecho de que no puedo caminar dos cuadras durante el día sin que me suden los sobacos lo suficiente como para bañar a un perro de raza pequeña. El sol es una mentada de madre, desde muy temprano ya te está queriendo matar con pequeñas dosis de melanoma en la nuca, obligándome a andar por la sombrita como señorita con su paraguas y sentenciado a caminar chistoso durante toda mi estancia, porque la parte que más se humedece e irrita es la de las ingles, provocando una mancha en mi pantalón que pareciera que ando zurrado todo el tiempo.

Estoy en un hotel en el centro que está bastante dos dos, pero a partir del domingo tendré que vérmelas por mi cuenta y vivir como los animales, cobijado por la noche y los cánticos de insectos y cuanto insecto rastrero ande por ahí, además de los cocodrilos que salen en la temporada de lluvias a ver a quién le arrancan una pata.

Era esto o darme un balazo. La gente se pregunta por qué me fui y yo también, porque me cuesta aceptar que tan harto estaba de todo que tuve que huir cientos de kilómetros para no ser señalado como aquel que no pudo enfrentar sus problemas con el mundo y consigo mismo, por lo que ahora me mantengo ocupado espantando moscos a pedos mientras duermo, para no morir de dengue o alguna de esas enfermedades que dan en parajes costeños como este.

¡Seguimos informando!

sábado, 10 de mayo de 2014

Y ahí murió

En la Junta Local de Conciliación y Arbitraje, esperando mi turno para firmar mi acta de defunción a cambio de unos cuantos varos, descubrí que en las situaciones más engorrosas las mujeres sacan todos sus talentos con el único fin de humillar al de enfrente y regodearse con la miseria ajena. En ese lugar a donde uno va a finiquitar relaciones laborales con o sin hacerla de pedo abundan, y en gran cantidad, lo que en el argot laboral se conoce como "culito oficinista"; morras en faldas de vestir cortas, tacones altos, pantalones repegados, blusas escotadas, sacos ceñidos, maquillaje pleno y una actitud que grita "¿con que me corriste puto? ¡Ahora ya no verás estas nalgas paseándose frente a ti todos los días!"

Lástima que uno como hombre, y uno no demasiado agraciado, no pueda hacer lo mismo sin caer en la putería descarada. En mi caso, el firmar mi salida del Diario BASTA!, medio en el que dejé los últimos cuatro años en los que podía denominarme "joven", sólo puedo restregarles a la cara el hecho de que perdieron a su mejor pluma (sí, así de pinche mamón ¿y?), su columnista político más leído (lamentablemente) y el único elemento que aceptó la mediocridad del trabajo realizado con el fin de cambiarla y hacer algo digno de un lector que paga hasta cuatro varos a cambio de leer algo con un poquito de dignidad y medianamente periodístico.

A mí, como al Chapo Guzmán, me pusieron. El pretexto fue una pendejada para ejecutar una orden de aquellos que ni puta idea tienen de lo que se trata este negocio y cómo sacarlo adelante, por eso es que el barco hace agua y navega directo a un arrecife de caca del que difícilmente podrá salir. Razones para sacarme a patadas sobraban, pero ignoraron la única por la cual todos en varios años se hicieron pendejos mientras yo le pintaba huevos a la cámara de vigilancia desde la que nos monitoreaba el jefe: que era el mejor que lo que hacía, cualquier cosa que se supone que yo hacía y por lo que cobraba.

En cambio, y a pesar de que no maduré en ningún aspecto personal, yo obtuve experiencia y habilidades que antes no imaginaba ni tener. A pesar de no poder presumirlo demasiado en mi currículum (porque qué oso que tu mayor logro sea haber sido jefe en el BASTA!), lo publicado bajo mi nombre mantuvo un estándar de calidad que fue en aumento constante, que sobrepasó por mucho a los que ahí se manejaron (así es, putos). La satisfacción del deber cumplido, con eso me quedo, y con el hecho de haber demostrado que mi presencia era fundamental para sacar esas páginas adelante, cosa que no le gustó al que se supone que ahí manda, pues su incapacidad para hacer lo que yo hacía hasta con las patas arriba del escritorio quedó demostrada ante todo el equipo, restándole autoridad hasta para mandar por un chesco al Oxxo.

De nada sirve gritarles sus precios a todos los que contribuyeron a mi caída, sobre todo a esa que va dos horitas a la redacción a hacer una paginita y cobra como la gran editora, sólo porque alguna vez se las dio al que manda (el mismo que me tronó). Yo llevo cinco días sin bañarme porque desde mi última jornada laboral no me he levantado del sillón en el que escribo estas líneas cargadas de odio y desesperanza, así que envídienme pinches esclavos.

En cambio, sí me gustaría enumerar aquellas personas que creyeron en mí y que aportaron algo para que ahora tenga algunas ofertas para ir a arruinar otros medios con mi cagante presencia, empezando por Gilberto Barrera, quien no solamente es la persona que más sabe de periodismo de espectáculos en el universo, sino que es un extraordinario líder al cual aprenderle todo y un gran amigo. Chucho Gallegos es otro de esos contactos que presumiré en mi Facebook, aunque también haya contribuido a mi derrocamiento, porque no sólo es el decano en este negocio del chisme barato, sino un anecdotario andante cuyas andanzas me piratearé en el futuro. Mi lista de valedores creció considerablemente, además de que lazos ya existentes se endurecieron tanto como los pezones del Fercho cuando se lo sabrosea el Ferlinguetti, a estos dos ya se les extraña, con todo y sus puterías.

Rafita Machete, el Gemi, el Edson, la Becsa, Eri, el Ernito, el José, el Beto, amigo Bertín, la Fer, la Palomares, el Serch, la Jessi (había como seis), Ariel, el Tarhugo (qué pahó cabróh), el otro Hugo, la Dancing Ai, Acevedo, Joel (ese sí ha de estar llorando por mí), Cachetón, Ingris, el Tontoño, Isra, el Dany grupero, Eder, la Marifer, el Llorch, el Piter y el Inge oaxaco (porque el otro era puto y me bloqueó el Feis), a todos gracias y chido banda... igual y hasta el Mole, pero ese culero al final ya me cagaba.

lunes, 5 de mayo de 2014

Si ya saben cómo me pongo, para qué me invitan

Desde que llegué a dejar el coche a un lote baldío señalado como estacionamiento por una cartulina fluorescente pintada con plumón dije ¡ya valió madres! Considerando que estaba yo en el centro de Ecatepec, desconfié del ruco que me dijo que ahí iba a estar mi vehículo seguro, que no había problema, lo que me hizo salir cada hora a ver si ahí seguía, aún con el riesgo de toparme un comando armado que me confundiera con uno de sus contrarios.

Una boda, una pinche boda y ahí estaba yo, vestido como monigote con ropa que ya hasta brilla por ser la única formal que tengo, sin mencionar que ya ni me queda y todo el tiempo me la pasé tratando de no flexionarme de más para no reventar las costuras en partes estratégicas de mi anatomía. No me pude negar y decir que me cagan ese tipo de eventos, porque, la verdad, me iría peor y ahorita estuviera escribiendo de cómo me madreó una morra de la mitad de mi tamaño.

Mi expresión se veía serena y por momentos hasta alegre, pero el temblor de mis ojos y lo apretado de la quijada evidenciaban que por dentro estaba gritando, con ganas de salir corriendo, mentarles su madre a todos e irme a ver cómo eliminaban al América. Pero ahí me quedé, posando para las fotos y disfrutando de mi arroz con carnitas, aunque sin salsa porque los condimentos estaban del otro lado de la mesa y me caga hablarle a desconocidos. Aguanté heroico el embate del ridículo constante, presente en cada inútil rito tradicional.

¡Uts!

jueves, 24 de abril de 2014

Infelices y nacos también

Ahora resulta que es noticia que los jóvenes capitalinos seamos infelices (oi al pinche anciano), tal como lo reveló una encuesta dada a conocer el martes, difundida ayer y retomada hasta hoy por mí, que son un huevón. Lo interesante y que sí es noticia es que, entre todos los motivos que hay en este mugroso pueblote para deprimirse, es la falta de instrumentos tecnológicos que les permitan estar conectados a internet, aunque la mayoría informe tener acceso a ese medio.

Es decir, que muchos de los morros andan de jeta porque no tienen una tableta, un teléfono inteligente, una laptop o una consola de videojuegos para andar subiendo selfis a Twitter o EzkRibirr Azi koMo rEtrAZaDoz en Facebook, donde convivirán más que en la escuela, además de que no tener esos dispositivos móviles les impide andar escuchando bachatas a todo volumen en el Metro o tomándole foto a sus tacos de canasta o hacer videos echándose un pedo en un encendedor para subirlos a YouTube.

En las cifras queda claro que en el DF se coge y mucho, además de que los chavos se drogan y chido, pero que les dé el bajón no tener un iPhone es otro motivo para deprimirse, más aún cuando la encuesta arroja que el 30 por ciento no tiene trabajo ni piensa tenerlo nunca.

Todo lo anterior, por lo menos para mí, que tengo menos de 30 y no puedo presumir ningún logro personal o profesional por falta de capacidad y talento, es un motivo más para jalarle al gatillo y tirolear la pared con mis sesos.

¡Chá!

martes, 15 de abril de 2014

Días de lucha

martes, 8 de abril de 2014

Empezó la locura

Ni las bolsitas de resistol, los chicles con cocaína, las chelas en bolsita o los panquecitos de mota fueron tan adictivos entre los niños y jóvenes estudiantes como lo será una nueva droga que a partir de ayer lunes comenzó a distribuirse por todo el mundo, la cual generará una gran derrama económica y una fuerte dependencia entre todos los pobres que resulten enganchados y que difícilmente se podrán zafar del nuevo mal: el futbol.

Fue este fin de semana que se distribuyó el álbum de estampitas del Mundial Brasil 2014 y en todos los puestos de revistas hay miles de millones de sobrecitos con cinco adhesivos cada uno, que por la módica cantidad de seis varos pueden pasar a formar parte de una colección que sale cada cuatro años, de la cual una multitud ansiosa esperará juntar los más de 600 rostros, hologramas, estadios y figuras, aunque eso cueste miles de pesos e ir a buscar jugadores en el mercado negro de los stickers.

El nivel de aprovechamiento en las escuelas comenzará a bajar, los niños no estarán más enfocados en las clases, sino en cambiar con sus compañeros las calcomanías repetidas, en salir a comprar más con el dinero que se supone es para la comida del recreo. Así será durante los próximos tres o cuatro meses, las banquetas ya comienzan a inundarse con chamacos haciendo truque y contando espacios vacíos. Aunque habrá uno que otro ruco, entre los que me incluyo yo, que despilfarrará más de una quincena en la pasión mundialista.

¡Chá!

jueves, 3 de abril de 2014

Estoy súper ofendido

Con la novedad de que Radio Trece, estación propiedad del empresario Carlos Quiñones y que se puede escuchar a través del 1290 de AM, festejó ayer su 20 aniversario de estar al aire. Para ello, reunieron a todos aquellos que han estado detrás de sus micrófonos a través de sus dos décadas de historia, desde Abraham Zabludovsky hasta Daniel Bisogno, pasando por Javier Solórzano, Chucho Gallegos y Freddy Gudinni, además de Carlos Loret de Mola, André Marín, Javier Alarcón y hasta el subnormal de Gusano Amorfo Infame.

El haberme enterado hasta cuando el evento terminó me tiene ofendido hasta los huesos, pues yo también formo parte importante de esa historia, con mis tres años laborados en esa mansión de la calle Emerson, en Polanco, aguantando hasta cuatro quincenas sin cobrar, turnos suicidas nocturnos con espíritus chocarreros incluidos, sin mencionar el acoso del Fabiruchis, que te chacaleaba con la mirada cuando ibas subiendo la escalera.

Sin embargo, me queda el orgullo de pertenecer a una gran escuela de talentos periodísticos y el recuerdo de aquellas fiestas de fin de año en las que terminábamos hasta nuestra madre y aún así seguíamos al aire, de la vez que transmití totalmente drogado desde el Vaticano una misa del Papa Benedicto XVI o cuando al final de las navidades agarrábamos a madrazos el arbolito, de las chelas en la cabina de grabación o el retrato que me robé de la doctora Diane Pérez o la moto en la que me rompí la madre.

¡Felicidades!

lunes, 24 de marzo de 2014

Un oasis en el desierto

Con todos los teiboldans de la ciudad cerrados por miedo a la mano represora del jefe de Gobierno Miguel Ángel Mancera, miles han tenido que aceptar lo patético de sus vidas y encerrarse en su casa a fantasear con mujeres a las que ahora ni siquiera pueden pagar por ver. Otros tantos se han dedicado a peregrinar por todos los tugurios en busca de ese placer perdido, con el riesgo latente de contraer Sida en los ojos al tener que ver a cada araña trepada en un tubo sin saber manejarlo.

Para todos aquellos, hay un lugar al sur de la ciudad que se arriesga y le escupe en la cara a Mancera Espinoza y su política represora de la carne. Se llama Chateau (se pronuncia "cható"), que en francés, supongo yo, quiere decir "pelos", o algo así. Está sobre Insurgentes Sur, casi al cruce con Barranca del Muerto, en la colonia Florida, donde las chicas bailan libremente y presumen su libre albedrío y con movimientos sugerentes dejan en claro que para hacerlo nadie les está poniendo una pistola en la cabeza... bueno, un arma de fuego.

Está bastante decente, las chavas son de siete a nueve de calificación, los pomos están medio manchados y los boletos andan arriba de los 200 varos, pero como no hay otras chichis dónde ir a restregar la cara en un cubículo oscuro, uno los paga gustoso, aunque haya que inyectarse penicilina en la mañana. Lo que pasa con los teibols es como lo que ocurre con el limón, sólo que hasta ahora no nos hemos quejado lo suficiente.

¡Chá!

miércoles, 5 de marzo de 2014

Justicia antes del sábado

El próximo sábado 15 de marzo se casará mi amigo Alfrodolfo (así le pusieron sus papás, yo qué) con su güera, y antes de que todo valga madres y me lo regañen por cualquier cosita, planeaba llevármelo este fin de semana al Queens (Insurgentes y Durango) a gastarme los ahorros de una vida en unas rusas de nalgas impresionantes y seis litros de pulque intravenoso, para salir al otro día reptando entre las calles de la colonia Roma y agarrar fuerzas para no desmayarse cuando el cura le pregunte si acepta ser tratado como un imbécil para el resto de su vida.

¡Pero no! Resulta que el Queens, el mejor maldito teiboldans de toda la ciudad, está cerrado a causa de la necedad de las autoridades capitalinas, que a pesar de ser perredistas piensan con más cerrazón que panistas del yunque, porque no pueden concebir la idea de que una mujer se gane el pan con el sudor de sus chichis al restregarlas en las caras de señores desconocidos por gusto y no porque las estén obligando a hacerlo.

El Gobierno del Distrito Federal, en su lucha a ciegas contra la trata de personas, está afectando no sólo a las mujeres y sus familias que viven de bailes eróticos en un tubo, sino también a los miles de parroquianos, como yo, que sólo buscamos un rato de sana diversión en oscuros lugares que, por cierto, sí cumplen con los lineamientos que marca Protección Civil para operar como establecimientos mercantiles. Creo que terminaremos en un Sanborns echándonos unas enchiladas.

¡Chin!

martes, 4 de marzo de 2014

Presos políticos, ¡libertad!

El domingo la policía trató de impedir, con balazos al aire y madrazos, una segunda manifestación callejera en apoyo al Chapo Guzmán en Culiacán, Sinaloa. Eso es vil represión y una violación a la libertad de expresión, de la que tanto se presume en este país y la que nos mantiene lejos de dictaduras como Venezuela y Cuba, además de que vulnera los derechos humanos y, sobre todo, constituye una tremenda hipocresía.

Sí, está mal apoyar a un criminal, por más beneficios que el dinero sucio haya traído a la comunidad, pero es, en esencia, lo mismo que marchar o plantarse en una plaza pública para exigir que no se apliquen exámenes a los maestros y que éstos puedan echar a perder a la niñez mexicana con su falta de preparación y aptitudes, pues muchos de ellos heredaron la plaza a pesar de no saber un culo de pedagogía.

Ambas posturas deben respetarse y tolerarse dentro de los lineamientos que marcan la ley (oi al pinchi abogado), es decir, dejar que salgan a la calle y griten sus pendejadas, pero cuando saquen sus machetes y pretendan cerrar una calle, tomar un edificio o agredir a terceros, ahí sí deben entrar los de azul a repartir toletazos a cuanto cabrón se encuentre haciéndola de pedo, cosa que tampoco se hace cuando se debería.

La actuación de la policía sinaloense el domingo sólo evidencia un mal que preocupa y ofende: la justicia en México es estúpida. Luego por qué los acusan de represores, cuando en realidad son una bola de jotos.

¡Chá!

lunes, 3 de febrero de 2014

Aún no lo puedo superar

El pecho flácido de Miguel Ángel Mancera es traumático, es como una idea suicida que no puedes sacarte de la cabeza, como el antojo de una embarazada que no es saciado. Esa imagen, en la que el jefe de Gobierno del DF demuestra que en su primer año de gestión se la ha pasado tragando pozole de chivo y ha olvidado el ejercicio que le dio la buena forma que lo llevó a ganar sin discusión la elección pasada.

Mancera Esoinoza es, sin duda alguna, el Edgar se cae de la era moderna. Han pasado cuatro días desde que el mandatario se sacó la chichi para que su secretario de Salud lo vacunara contra la influenza y los chistes no se han agitado y habrá para toda la semana, desde los comparativos con Sabrina Babrök hasta los sostenes con photoshop, pasando por las burlas a su cara de menso mientras le va entrando la aguja a la flácida carnita de su brazo guango de tortillera.

Sin embargo, lejos de enojarse o dejarlo para que se olvide con el tiempo o con la llegada de algún otro personaje patético, sus chichis de gordo deberían ser una oportunidad para revivir su popularidad, que tan decaída está. En un país en la que estar bien marrano es la constante, Mancera debería ser ese ejemplo de superación para todos esos viejos guangos que ya se resignaron a aplaudir con sus carnes cada vez que corren detrás de la combi, demostrando que se puede regresar de la obesidad y, si le echa más ganas, podría también en poner en orden este mugrero de ciudad.

¡Chá!

jueves, 23 de enero de 2014

Aváncenle jijos de la...

Un hombre de avanzada edad, que bien cabría en la definición de "venerable anciano", deshace sus puños tirándole madrazos furiosos al volante, antes de entrar en una fase superior de desesperación en la que su frente termina estrellándose en el claxon para tocar mentadas de madre cargadas de frustración sangrienta, al llevar hora y media parado en el Periférico con rumbo al norte, a la altura de la Feria de Chapultepec.

Como él, una larga colección de rostros compungidos y gestos de hartazgo a lo largo de varios kilómetros sumaban una cadena de odio tan grande como el boquete en Conscripto que cerró completamente la circulación en los carriles centrales, conmocionando con ello todo el poniente de la ciudad, desde más allá del Viaducto.

Yo, que venía en el sentido opuesto con rumbo hacia mi casa en el sur, procedente de amanecer en algún congal barato de Tultitlán, no me quedaba de otra más que burlarme de todos aquellos que lloraban de rabia al ver arruinado su día entero a causa de una fuga de agua. Lo malo es que yo no fui el único ojete que lo hizo, pues además de bajar la velocidad para ver el hoyo del otro lado, los de éste desaceleraban para agradecer en la jeta de los otros que no fueran los afectados, por lo cual también se hacía tráfico.

La lluvia de insultos terminó más allá de San Jerónimo, inexplicablemente porque habiendo tantas formas de evitar la zona y de enterarse de la bronca, todo el mundo insistió en pasar a huevo por el desmadre.

¡Chá!

miércoles, 15 de enero de 2014

Vienen las autodefensas

San Lorenzo Tlacoyucan es la tierra de la nada (en realidad quiere decir en náhuatl "lugar lleno de hierba"), un pueblo perdido y olvidado en la delegación Milpa Alta, de esos que no se cree que todavía pertenezcan al DF y a eso que llaman Ciudad de México. Está sobre la carretera a Oaxtepec, arriba en el cerro, donde ya ni nopales hay, se llega mucho después de pasar San Pedro Atocpan, capital mundial del mole, y antes de Sana Ana Tlacotenco (donde yo nací), que aunque ese se ve más lejos, está más cerca al centro de la demarcación. Ahí, donde las aves van a morir, acaba de ocurrir una masacre que advierte lo que viene.

El lunes, un campesino asesinó a sus tres hijos y a su esposa para después volarse la cabeza de un escopetazo al estilo Kurt Cobain. No fue un hecho que deba pasar desapercibido en las páginas de nota roja de los periódicos, pues las causas distan mucho de la locura y se acercan más a la realidad nacional. Según dicen, el asesino-suicida estaba siendo extorsionado por un grupo delincuencial mediante llamadas telefónicas que lo amenazaban con muerte si no pagaba por la protección a su familia y, como no tenía lana, decidió acabar con todos.

Durante los últimos años ha aumentado la presencia de grupos armados en la región, que si bien no son tan visibles como en otros estados, la cantidad de gente que se queja por el acoso que reciben da cuenta del problema que se avecina, el cual puede desembocar en algo como Michoacán.

Víctor Hugo Monterola (sin ningún parentesco, además de que mi apellido se escribe con "a" y no nací con un cromosoma de más), Francisco García y José Luis Cabrera Padilla, los tres últimos jefes delegacionales en Milpa Alta, han dejado crecer el problema del crimen organizado en la región más alejada y olvidada del Distrito Federal, que al aún ser una zona rural es susceptible de presentar ese tipo de problemas sin que nadie se entere.

Desde hace años, por lo menos un sexenio completo, varios han sido los comerciantes de pueblos como Santa Anta Tlacotenco, San Lorenzo Tlacoyucan y San Juan Tepenahuac que han denunciado que grupos de hombres armados se han presentado en sus negocios, desde carnicerías hasta puestos de tortas, para exigirles el pago de una cuota por protección argumentando ser miembros de un importante cártel, antes eran los Beltrán Leyva y ahora son Los Zetas, lo cual es atemorizante por la alta probabilidad de ser cierto, pues la región está en los límites con el estado de Morelos, tierra históricamente azotada por narcos.

El multihomicidio del lunes pasado, en el que un hombre mató a su familia por la desesperación de pagar los 300 mil pesos que una voz en el teléfono le pedía, es claro ejemplo de ello y de cómo las autoridades locales no están preparadas para enfrentar un problema similar, al preferir evadirlo pensando que por ser una demarcación tranquila de nopales y vaquitas nada tan horrible puede llegar a pasar.

¡Uts!

martes, 14 de enero de 2014

Los ricos también lloran

En medio de la más sucia y depravada pornografía dominical me encontraba yo (esa que incluye animales y a la mamá de Lucero), cuando un mensaje en Twitter, replicado por el siempre inútil de mi valedor Javier Risco (un cachetón que sale en la tele dando noticias chaquetas y en el radio con el Sopitas), me alertó sobre la presencia de un coche de la marca Ferrari (de los originales, no un Tsuru rojo con spoiler y calcomanía de caballito) incendiándose sobre Reforma, a la altura de Paseo de las Palmas.

¡No mames!, exclamé horrorizado, porque ni que fuera una combi con motor que se enfría a base de aire, sino una compleja máquina italiana que bien podría ser considerada una obra de arte, al conjuntar la potencia de un motor V12 con la clase que algo que cuesta cuatro millones de pesos debe tener, y que al final de cuentas vale madres en el primer tope o bache, porque circulan como a dos centímetros del piso.

Al momento de ver las fotografías en la red dejé lo que estaba haciendo y lo que me tenía tan apasionado, para salir corriendo y agarrar aunque sea mi ecobici para llegar a apagar el fuego aunque sea a escupitajos, para quedarme lo que quedara de él o por lo menos darme una vuelta, sin importar que el culo me quedara oliendo a humo.

Pero nel, ya no llegué. Para cuando me apersoné en la escena ya era de noche, ya no había Ferrari y hasta el pavimento habían limpiado. Ya ni para lamer el suelo que alguna vez pisó un verdadero automóvil.

¡Chá!

lunes, 6 de enero de 2014

Estúpidos Santos Reyes Magos

En estos días de hueva y decadencia navideña reviví mi fanatismo hacia las Adolescentes Mutantes Tortugas Ninja, gracias a las largas sesiones de rascamiento testicular frente a la televisión, sintonizada indistintamente en los canales 5 y Nickelodeon, lo que me sirvió para olvidarme de lo miserable que me hacen sentir estos días en los que todo el mundo está feliz creyendo que tienen méritos suficientes para seguir viviendo.

Pese a que en la nueva versión de mi caricatura favorita de la infancia les cambiaron el nombre a los personajes y en vez de ser Leonardo, Donatello, Rafael y Migue Ángel, ahora son Leo, Donnie, Raph y Mikey (porque nos vale madre el arte renacentista), revivió en mí la necesidad de poseer las figuras de acción, también llamados "monitos", para jugar a los chingadazos en la alfombra de mi sala, y por ello me lancé a buscarlos a la juguetería más cercana.

Amarga decepción me llevé al descubrir que en todas las tiendas, hasta en la que anuncia Mamá Lucha y los tianguis más piojos, estaban agotadas las figuras de las Tortugas Ninja por culpa de los malditos Reyes Magos, que se apañaron todos los juguetes buenos y en los estantes dejaron puros Max Steel, que son para niños con tendencias homosexuales.

Hace 20 años esos estúpidos me privaron de tener a las cuatro al traerme pura ropa bien culera y ahora, que ya tengo dinero para comprármelas, me la aplicaron otra vez. Y luego que no se encabronen porque digo que no existen.

¡Chá!