sábado, 30 de abril de 2011

Enviado a Londres

William besó a Kate de forma breve, fue casi un piquito de niño de primaria enamorado. Luego otro y después de decirse el “sí, acepto”, comenzó la celebración de lo que sería la boda del siglo (la de este año).

Al salir de la Abadía de Westminster, sobre la feliz pareja comenzó a caer una fina llovizna de arroz Morelos, misma que los acompañó hasta las puertas del Volkswagen Caribe convertible en el que partieron rumbo al palacio de Buckingham, cuyas calles aledañas ya habían sido cerradas con lonas amarillas sostenidas por largos tubos de fierro. Debajo, las mesas presumían arreglos de claveles blancos con flor de nube adentro de jarrones con corazones rojos hechos de fomi, cuyas iniciales “W y K” daban cuenta de la importancia del evento.

No fue sino hasta que el sonidero puso Payaso de Rodeo, que los asistentes inundaron la pista de baile, mientras al fondo los niños jugueteaban en un brincolín inflable que la Reina Isabel había dispuesto para que los infantes no molestaran durante el festejo.

Las carnitas estilo Michoacán y el arroz con nopales fueron del agrado de los presentes, sin embargo, la fiesta decayó cuando se acabó el Bacardí y después de la caída del Príncipe, quien descalzo fue soltado en el aire por sus amigos, cuando éstos lo aventaban hacia arriba.

¡Chá!

viernes, 29 de abril de 2011

Turibús basura

La rama de un fresno de seis metros de alto estuvo a dos milímetros de decapitarme sobre un autobús descapotado corriendo a 80 kiómetros por hora en Reforma y a media noche, por cuyo accidentado viaje pagué 200 varos para cubrir el monto de mi pasaje y el de mi acompañante. Es decir, compré caca.

La idea del Turibús Nocturno, salida de la ingeniosa mente de Alejandro Rojas Días Durán, secretario de Turismo del Distrito Federal, es peor que la de poner a Vicente Fox como presidente de la República o a Ricardo Lavolpe como técnico de la Selección Mexicana de Futbol. Lo anterior, simplemente porque no se puede apreciar la cuidad cuando ésta no está funcionando.

Sale el camioncito y una voz femenina con un extraño acento señala un edificio que fue ocupado por los descendientes de Hernán Cortés, y al voltear se puede apreciar a un güey tirado durmiendo junto al bote de la basura, donde otro está hurgando mientras uno más guacarea un caldo de camarón.

“A su izquierda puede ver el Ángel de la Independencia”. ¿Pero pues cual? Está apagado ¡No se ve!; hay dos rucas barriendo y un camión de basura estacionado ahí. Lo mismo pasa con la Diana Cazadora, el Palacio de Bellas Artes, el Auditorio Nacional, la Condesa o el Monumento a la Revolución, por donde además pasas en chinga.

¡Chá!


martes, 26 de abril de 2011

Fuero electricista

En la esquina de 20 de Noviembre y Plaza de la Constitución, mordiendo la plancha del Zócalo con dos de sus cuatro llantas, una camioneta roja de modelo noventero es enganchada por una grúa de la Secretaría de Seguridad Pública del DF tras dos horas de violar el Reglamento de Tránsito Metropolitano con su simple presencia.

Apenas es tocada por el mecanismo, cuando de las tantas carpas y tiendas de campaña instaladas metros adelante emerge un ejército de reaccionarios y violentos a rodear la unidad policiaca para exigir a gritos que el vehículo con calcomanías del Sindicato Mexicano de Electricistas sea liberado del brazo metálico de la ley.

“¿Qué no ven los logotipos? ¿Qué no ven que ahí dice SME? ¡Sólo nos vino a traer comida! Deberían estar atrapando a los rateros en lugar de molestar a la gente trabajadora”, dijo una gorda cuyos cabellos con textura zacatosa evidenciaban que momentos antes de ese hecho se encontraba durmiendo plácidamente dentro de aquel fortín edificado para condenar la política laboral del Gobierno Federal.

Ante el miedo de ser sodomizados por una turba iracunda de desempleados, los tiras accedieron a indultarlos y retirarse del lugar, olvidando el operativo especial para liberar las calles del Centro Histórico anunciado apenas la semana pasada.

¡Chá!


lunes, 25 de abril de 2011

Chacaleando a Cristo

Sonaron las trompetas en la boca escaldada de decenas de jóvenes asoleados y enfundados en botargas de centurión romano. Al fondo de la muchedumbre, un escuadrón de soldados con cabeza de cepillo jaloneaba a un hombre barbudo de blancas túnicas y chanclas importadas de San Mateo Atenco. Era Cristo el redentor, ese que convierte el agua en chupe, en vivo y en persona para todo Iztapalapa.

Al momento de su revelación ante el procurador del imperio, aún sangrante y encadenado al personaje bíblico, cual si fuera algún jefazo del Cártel de Los Zetas durante su presentación en el Centro de Mando de la Policía Federal, el Jesús de Neza-reth fue acorralado por la prensa y el continuo clickear de los fotógrafos que se amontonaban a su alrededor para obtener la mejor placa del detenido.

Guiado por la fuerza de la costumbre, me metí a la bola cuyo centro era el mismísimo hijo del creador, que aunque todo madreado seguía siendo el héroe de la película papá, para clavarle la grabadora en el hocico y ver qué tenía que decirle al mundo, pues se le acusaba de sedición y conspiración contra el emperador Tiberio.

Como respuesta recibí un gesto del barbado que con sus ojos me dijo “no mames”, para ser apartado por los guardias y seguir con la procesión. Igualito que en la vida real.

¡Chá!

martes, 19 de abril de 2011

El pez caca

¡Kazaaaam!, retumba en muros, vidrios y columnas de las casas situadas en el cruce de Anaxágoras y Viaducto. El mundo se va a negros y sólo los esporádicos rayos iluminan el interior de la sala. Un grito femenino proveniente del baño rompe la monotonía del tic tac del reloj de la pared y el toc toc de las canicas de hielo arremetiendo contra el toldo de los coches en la calle.

“¿Qué te pasó ‘mija? ¿Estás bien?”, pregunta asustada la señora que trata de hallar el camino a tientas, para no tropezarse con los muebles invisibles en la penumbra. “¿Te caíste?”, insiste al encontrar silencio como respuesta, mientras desliza las manos por las paredes para descifrar la geografía de su propia casa.

“¡El agua, el agua!”, exclama la joven con voz desgarrada, señalando la fuente café en la que se ha convertido el blanco retrete de su domicilio, de donde emanan cuerpos de textura pastosa, mismos que parecen desintegrarse al contacto con la afelpada alfombra del lugar, que cede su suavidad y la convierte en un lodo pestilente.

Un nuevo tronido en el cielo y al encontrarse, las dos mujeres se abrazan temblando bajo la momentánea luz del rayo y ante la temible presencia en su hogar de la bestia acuática más terrorífica de todo el mundo mundial: ¡El pez caca!

¡Agh!

miércoles, 13 de abril de 2011

¡Pinches maricones!

Detrás de unos lentes oscuros del tamaño de mi ego, una gorda de un metro y medio de altura me escupía al vociferar frente a cámaras y micrófonos que los medios no decían la verdad, que el gobierno manipulaba los hechos y que esos dos tipos con pinta de maras que se estaban trepando a una ambulancia sin tener ninguna lesión aparente eran inocentes de haber armado un desmadre en una manifestación del SME.

En tanto, adentro de la agencia 50 del Ministerio Público, el reportero Juan Carlos Santoyo de Radio Fórmula levantaba el acta correspondiente para denunciar la putiza que le metieron unos ñeros que se dicen electricistas, quienes además le bajaron el teléfono, grabadora, dinero, tarjetas, además de una cámara, con la que daba cuenta del grado de evolución que tienen aquellos que ayer en la mañana quemaron unos bochitos en Circuito Interior.

Tal como él, en dicha movilización resultaron lesionados otros dos periodistas; uno de La Jornada y otro independiente, que se suman a la larga lista de agraviados previos por esa banda de maricas sindicalizados, en la cual también aparece mi nombre y el de varios compañeros como Ariel Álvarez, fotógrafo de BASTA!, Dayan Jiménez de La Razón e Isidro Corro de Radio Centro, a quien hasta amenazaron de muerte.

Un día después, bajo un sol que hacía que se me pegara el pellejo de los testículos a la tela de los calzoncillos con la mezclilla del pantalón. Parado sobre las lozas de la plaza pública más grande del mundo que resoplaba el sopor de los días de abril, ese que germina aceleradamente ramilletes de hongos entre los dedos de mis pies encerrados en el grueso nailon de mis tenis, me encontraba yo hasta atrás de los gritos cavernícolas de cien electricistas que gemían de placer con cada una de las palabras de su líder, Martín Esparza.

“Es lamentable que periodistas se presten a una campaña en contra del SME”, dijo en conferencia de prensa el dirigente de la pandilla más grande y más peligrosa de México desde una carpa de su plantón permanente en el Zócalo, mostrando desde lejos esa mirada cargada de impunidad y mierda, contrastante a la declaración del reportero de Radio Fórmula que, plagado de chipotes colorados en la jeta, relató antier en la agencia 50 del Ministerio Público como fue Esparza Flores quien dio la orden para que sus esbirros se lo madrearan.

Tomando en cuenta la hora, el número de potenciales golpeadores y el tono en el que estaba respondiendo los cuestionamientos de la prensa, mejor hice rollito mis reclamos y me los metí por la cola para evitar más chingadazos.

¡Jotos!

lunes, 11 de abril de 2011

¡Chichis pa’ la banda!

El grave problema de obesidad existente en nuestro país se podría ilustrar perfectamente con fotografías tomadas en el público que asiste cada año al Festival Internacional de Cultura Musical Vive Latino, en el Foro Sol de la Ciudad de México.

En ese evento, del que ya hablaré más adelante, se acostumbra apaciguar los ánimos sexuales de la muchedumbre puberta y juvenil con el grito de “chichis pa’ la banda”, que obliga a las féminas presentes en la multitud que estén trepadas en los hombros de alguien más a despojarse de sus prendas superiores para dejar al descubierto sus pechos, arrancando así reverencias y aplausos del respetable.

Sin embargo, para como están las garnachas entre la juventud mexicana, ahora son los hombres quienes también le entran al juego, pues sus abultadas carnes colgando de donde debería verse el músculo pectoral forman senos tan grandes, que por vergüenza deberían contenerse con un sostén o un corpiño, mínimo. Es decir, los chavos tienen chichis.

Por su parte, las mujeres más que excitar con el acto parecen avergonzar, porque el conjunto de sus mamas aguadas y caídas con las lonjas que se les pliegan en el vientre, asemejan la perfecta fisionomía de una perra amamantando a una camada de 20 cachorritos… ¡Cuánto pinche erotismo!

¡Salud!

viernes, 8 de abril de 2011

El peor trabajo

Señoras y señores, apreciados lectores, chamacos malditos y demás gente inconsciente que se atreve a leer esta cochinada de columna. Es para mí un honor comunicarles que ya descubrí cuál es el peor empleo del universo, uno que ni yo haría, uno peor que el de acarreado del PRD, uno más denigrante que el de prostituto de baño público, uno más indigno que el de diputado.

El peor trabajo del mundo mundial es: encargado de limpieza del Sanborns del Ángel de la Independencia.

Imagínense que tienen que asear el baño del lugar, luego de que tres mil campesinos hicieron sus necesidades fisiológicas ahí, mientras se concentraban en la glorieta que está en frente para marchar hacia Los Pinos, Gobernación o el Zócalo, en demanda de más apoyos económicos, sombreros más grandes o cuanta babosada se les ocurra.

Sólo visualicen cómo pueden quedar esos sanitaros después de ser bombardeados todo el día por el producto de una dieta a base de tlayudas, frijol, habas, chiles, masa de maíz en varias presentaciones, una amplia variedad de quesos y litros y litros de pulque espeso como baba de talachero.

Ahora, piensen que son ustedes quienes tienen que limpiar ese desastre para devolverle la blancura a esa cerámica, para que pueda ser utilizada por el resto de la humanidad.

¡Chá!

martes, 5 de abril de 2011

¡Ya para qué!

“Jefe de gobierno… amor mío. Independientemente de que es jefe de gobierno es mi amor y pues eso nos ayuda ¿no?”, le dijo Mariagna Pratts en noviembre de 2007 a una audiencia compuesta por señoras en Tlahuac, entre las cuales me encontraba yo gracias a una credencial que aún conservaba del periódico El Universal, pese a haber dejado de trabajar ahí desde meses antes.

Ese atropellado discurso derivó en una tormenta de videos en el apenas popular YouTube, mismos que fueron bajados sospechosamente a los pocos días, ya que el título de éstos eran “Mariagna peda en Tláhuac” y eso mermaba la popularidad de su esposo, el jefe de Gobierno del DF, Marcelo Ebrard. A partir de entonces, la pareja fue cada vez apareciendo menos en público y ahora se hace público su divorcio, tras años de sospechas y chismes.

Sobre este hecho yo sólo puedo decir ¡chale, ya para qué!, porque a través de estos cinco años de matrimonio, parte de esa belleza que la llevó a las telenovelas (donde yo la conocí como la Tía de Belinda en Amigos por Siempre) se fue poco a poco diluyendo por la sombra de su marido, convirtiéndose así en una señora cuarentona y abotagada de La Condesa.

Marcelo se la acabó, le chupó la juventud, le exprimió todo aspecto positivo y hora difícilmente rompería las mismas braguetas de antaño.



Sólo hay que ver en estas fotografías el proceso gradual de destrucción que llevó a cabo Ebrard sobre la persona que se desempeñaba como su esposa, con el fin de ocultar algo de su rampante homosexualidad

¡Maldito!

viernes, 1 de abril de 2011

Incertidumbre y Tonaya

Desde un balcón en un segundo piso, un flaco de chinos con cara de baboso, imitación de Paco Memo Ochoa, brinca como fan setentera del Grupo Menudo con un trago en la mano al disfrutar junto con sus amigos, subnormales como él, de la interpretación en la guitarra de riffs furiosos montados en un improvisado homenaje a Rita Guerrero por parte de una linda chica, menudita, de piel blanca y larga cabellera, cuyos shorts recortados dejan ver un par de piernas torneadas que bailan al ritmo de chicle-chicle-chicle.

El grupo Pink Mammas, compuesto por cuatro bellas féminas, es la principal atracción del bar Faith & Whiskey, enclavado en el centro del centro comercial Plaza Loreto, cuyo único defecto es que hay que ir hasta allá para disfrutar de su actuación sensual, desbordante de rock and roll y sudor; que va de los clásicos al metal, al punk y a los éxitos en español, antes de que a la salida una maquinita te pase báscula para sacarte 80 varos de estacionamiento del culo.

Por lo demás, es un bar pirruris como cualquier otro; con paredes de tabique pelón para verse muy malote, memorabilia quesque rockera en las paredes, bebidas con nombres mamones, luces neon, asientos incómodos y el servicio propio de un verificentro al último día del mes.

¡Salud!