jueves, 31 de marzo de 2011

Caza-recompensas

Esto del periodismo no deja; todo el día andas en chinga, vas de un lado para otro, la paga es poca, la presión es mucha, la gente te quiere madrear, los políticos te malmiran, los narcos te matan, convives con borrachos y drogadictos, tienes que aguantar gente insufrible que cree que sabe mucho pero en realidad es pendeja (saludos, Dos Naciones), y encima de todo, al día siguiente todo ese esfuerzo valió madres porque la noticia caduca a las pocas horas.

Estaba yo a punto de suicidarme viendo Cosas de la Vida con Rocío Sánchez Azuara en el Canal 13 hasta que se me pudriera el cerebro (más), cuando pegado en un teléfono público de la colonia Del Valle encontré la respuesta a todos mis problemas existenciales, profesionales y económicos.

Su nombre es Mazdel, es una cachorrita Jack Russell Terrier de color blanco que se perdió en calles de La Condesa. Está asustada porque no salía mucho de su casa y como señas particulares, tiene una macha negra en un ojo que la hace parecerse al perro que sale en la película de La Máscara o en los anuncios de Telmex. Pero lo importante es que ofrecen por ella una recompensa de cinco mil pesos en efectivo.

¡Cinco mil varotes! O sea, me voy a volver detective de mascotas como Ace Ventura para tragar bien y poder pagar la renta.

¡Chá!

lunes, 28 de marzo de 2011

Voten por mí

Debajo de una mesa de plástico cubierta con un mantel azul, un gordo pelón se está rascando minuciosamente la raya que se forma entre los glúteos, ante la poca convocatoria que tienen esas papeletas y la urna de votación que se empolva frente a él, ya que en todo el día no se ha parado una sola alma en ese lugar para emitir su opinión y mostrar preferencia por alguna de las propuestas.

La gente ya no se siente representada por los partidos y esa es una verdad tan grande como los testículos de Vicente Fox (o a ver ustedes échense a Martha Sahagún… ¡esos sí son huevos!). Porque todas las ideas parecen recicladas, repetitivas y sacadas del mismo cajón en donde López Obrador guarda sus calzones.

Es por eso que voy a fundar mi nuevo y propio movimiento político, cuyo nombre será el de Partido de Verdaderos Cabrones, es decir, el PVC, creado para representar a todos aquellos que viven inhalando solventes de un trapito, que han sido ignorados por los poderosos y relegados a un jardín atrás del Metro Hidalgo, donde ahora realizaremos nuestras asambleas diarias.

Tenemos representación en las 16 delegaciones, con más de 2 millones de simpatizantes repartidos en todos los paraderos de microbuses y tiendas Elektra, listos para contender en el proceso de 2012.

¡Democracia!


Foto: Ariel Álvarez (secretario del partido)

domingo, 27 de marzo de 2011

Palma 40

Cerveza barata, música en vivo y la posibilidad de ser tan famoso como el cantante Kalimba. Todo eso se encuentra en un lugar en el Centro Histórico que, además, tiene una de las vistas nocturnas más perronas hacia el Zócalo, a pesar de la bola de electricistas inútiles que duermen ahí todas las noches.

Se llama el Penthouse Palma 40, que como su nombre lo indica, se encuentra ubicado en la calle de Palma y en el número 40, donde después de subir caminando nueve pisos y guacarear del esfuerzo porque el elevador no sirve, uno puede rodearse por decenas de bellas chicas que están en la frontera de la mayoría de edad, moviéndose al ritmo de la música electrónica con un DJ en vivo y en la oscuridad.

Entrada la noche, porque cierran hasta las ocho del día siguiente a pesar de reventar a una cuadra de donde se supone que despacha Marcelo Ebrard, como en todo bule también se ponen cumbias y salsas para que la banda empiece a bailar pegadito, una vez que el alcohol eliminó todo resquicio de cualquier prejuicio hacia la llamada “música popular”... Ah sí, y las lámparas están chidas.

En caso de que se quiera mantener el cool y no perrear como morrito en festival de secundaria de la Gustavo A. Madero, también se pueden abrir las ventanas y disfrutar la vista del centro, que es alucinante aún sin drogas.

¡Salud!

jueves, 24 de marzo de 2011

Sueños tepiteños

Soñé que era yo un niño saliendo del vientre de mi madre a la hora del parto y lo primero que escuché al llegar a este mundo fue la estrofa “estoy enamorado, te quiero confesar, totalmente ilusionado, me la paso pensándote, nunca voy a soltarte porque estoy enamorado…”, cantada en la melodiosa voz de Wisin y Yandel a todo volumen en un teléfono celular.

Al abrir los ojos, el primer ser humano que vi fue un güey en camiseta blanca que dejaba ver un tatuaje de la santa muerte en un brazo, con la cabeza rapada de los lados y un mechón rubio que le salía desde la frente y se prolongaba hasta atrás de la oreja, portando lentes oscuros y en la mano un trapo blanco que constantemente se llevaba a la boca y nariz, como si éste oliera muy rico.

De otro lado, se encontraba quien se supone que era el doctor, llevando con el mismo look, sólo que usando tapabocas y unos guantes para recibirme, con la peculiaridad de que éstos no eran de látex sino de hule verde, de esos que se usan para lavar los trastes.

Al oír “ya nació el Justin”, en la melodiosa y emocionada voz de quien se supone debería ser mi progenitora, supe que había llegado a este mundo a ser ladrón de autopartes o agente de la Policía Judicial, por lo que mejor les dije “chinguen a su madre” y me volví a meter.

¡Chá!

miércoles, 23 de marzo de 2011

Evolución musical

Cabelleras sucias y descuidadas crecidas hasta los hombros, pantalones embarrados al cuerpo sin importar que les bote una panza chelera que los haga parecer perros parados, playeras ridículas, pulseras como de niña de secundaria, botas tipo obrero en esos pies que jamás han pisado una mina o una construcción, además de una actitud propia de un bebé rebelde de dos años de edad… ¡Cuánto erotismo!

Los metaleros, como se les denomina a quienes cumplen con la descripción hecha líneas arriba, constituyen el escalón más bajo en la escala evolutiva del ser humano, o de otra forma no se explicaría el gusto por una música tan primitiva, hecha a base de guitarrazos sin patrón y con letras que ni Ricardo Arjona firmaría, sobre todo aquella corriente que se denomina “hard core”, que es lo mismo pero con gritos guturales y a una velocidad que sólo con drogas se alcanza.

¿A quién le gusta el metal? ¡Acéptenlo!, a nadie, ni siquiera a ellos mismos. Si escuchan y cantan eso, es por el deseo infantil de querer parecer diferentes y contrarios a lo establecido, actitud que es característica en los adolescentes confundidos.

Metalero: entiende, te ves mal, agarra la onda, deja las drogas, acaba tu primaria, báñate, ponte ropa de tu talla. Hasta los de Metallica se cortaron la mata.

¡Chá!

lunes, 21 de marzo de 2011

Sueños de guerra

La luz verde de una bengala en el cielo se cuela por un espacio entre la cortina y el muro, iluminando parte de la habitación en penumbra. Una posterior explosión hace retumbar al edificio entero, que se tambalea como la moral de una quinceañera alcoholizada. El sonido de vidrios cayendo y las posteriores ráfagas de metralla rebotando por doquier me obligan a tirarme al suelo y arrastrarme en camiseta y con mis calzones de Scooby Doo hacia la salida.

El aire nocturno en la ciudad de Trípoli se colma del ruido de las sirenas que advierten de nuevos bombardeos de las fuerzas opositoras al régimen de Gadafi, mientras a oscuras estrello el dedo chiquito de mi pie derecho contra un mueble invisible en un intento de salir al pasillo y alejarme del peligro que representan las ventanas del hotel donde nos encontramos varios representantes de la prensa internacional.

Al cabo de dos minutos en los que el silencio vuelve a hacerse presente, tomo valor para asomarme al balcón y ver si la capital de Libia sigue allá afuera, ignorando ese escozor en mi entrepierna que indica que tal vez estoy demasiado asustado. Un resplandor a lo lejos sale de atrás de un muro y se dirige hacia mí, estoy muerto.

domingo, 20 de marzo de 2011

Para allá vamos

Una mirada inocente que poseen aquellas niñas que convierten a los sacerdotes en pederastas; esa breve nariz ideada por la madre naturaleza que tanto ha de frustrar al cirujano plástico de Lucía Méndez; una boca que puede sonreír, cautivar y ser útil para decir las pendejadas más infames, sostenidos en su conjunto por un cuello grácil adornado de perlas debajo de una cabellera digna de un comercial de champú (de los caros), constituyen una imagen que al principio me enamoró y en un instante me aterrorizó al punto de la incontinencia (o sea, me zurré).

¡Elena Poniatowska alguna vez fue joven! Así es amiguito, esa vieja con cara de momia que escribe libros horrendos con la prosa más aburrida del universo, esa ruca ridícula que aplaude todas las gracejadas del dictador en potencia de Andrés Manuel López Obrador, esa voz de pito desafinado que sale en el noticiero de Joaquín López Dóriga, esa imitación del Señor Burns no nació así, también tuvo 20 años y qué creen… ¡sí aguantaba!

Y yo que pensé que Scott Fitzgerald se había basado en ella para escribir el Curioso Caso de Benjamin Button, sobre una persona que nació siendo anciana, ¡pero no!, resulta ser que “Elenita”, como le dicen los nacos que la siguen, fue joven alguna vez y estaba bien ricarda la méndiga.

¡Uta!

martes, 15 de marzo de 2011

Mi pájaro furioso

“Por qué no te mueres pinche cerdo de porquería”, dije en voz alta y un silencio sepulcral se hizo presente en el lugar, donde todas esas miradas que expresaban el más profundo odio, decepción, sorpresa e indignación al mismo tiempo, estaban posadas sobre mí y el aparato que sostenía entre las manos.

Dos segundos después, caí en cuenta que estaba yo en una conferencia de prensa que ya había empezado, en un auditorio lleno de activistas, defensores de derechos humanos, invitados especiales y decenas de reporteros, fotógrafos y camarógrafos, jugando Angry Birds con mi celular y que inconscientemente le estaba reclamando a uno de los personajes el hecho de que no me dejara ganar.

Para quien no lo sepa, Angry Birds es el videojuego para teléfonos móviles más popular del mundo mundial, en el que unos marranitos verdes secuestran un huevo y unos pollos encabronados tratarán de ponerles en su madre, aventándose con una resortera como talibanes kamikazes.



Una vez me quedé dos horas jugando sentado en el baño, sin saber cómo llegué ahí y por qué tenía las piernas dormidas. Hasta me da por jugar mientras manejo, ¡un día voy a chocar y me voy a morir por culpa del pollo!

Pero en fin, que me valió madres, seguí jugando y la nota nunca salió en el periódico.

jueves, 10 de marzo de 2011

Oaxtepec 2.0

Para ver gordas refrescándose en el agua cual manatíes en peligro de extinción, güeyes meándose encima en público y gente asoleándose con los calcetines puestos y las lonjas al aire, ya no es necesario viajar una hora y media en carretera hasta Oaxtepec, Morelos, porque ahora todas esas finas costumbres de los bañistas chilangos se aplican en el recién inaugurado Monumento a la Revolución, en pleno centro de la Ciudad de México.

Es ahí donde una bola de morros que se fueron de pinta aprovecha la fuente que está ahí para irse a mamasear un rato; clavan a las viejas a los chorros de agua helada para que se les transparente la blusa y así poderles ver sus emergentes senos púberes, o para que la falda se les levante tantito, convirtiendo a la colonia Tabacalera en un hotel de Cancún en plena época de Spring Break, sólo que con chavitas de la Guerrero, en lugar de gringas chichonas.

En ciertos momentos, en los que la fuente avienta gotas en todas direcciones, los escuincles calufos ojetes se meten a darse unos fajes bien gandallas con agarrón de nalga, dedazos, cazuelita y toda la cosa, justo enfrente de donde descansan los restos de Madero, Villa, Carranza, Calles y Cárdenas, aprovechando que la pared de agua impide la visibilidad desde cualquier parte de la llamada Plaza de la República, valiendo madres y llamando al Santo.

Cuando el espectáculo termina, se tienden cual focas en el piso a recibir el sol, usando sus uniformes como toalla, hasta que llega el momento de que la fuente se vuelva a encender chido.

¡Ay diosito!

miércoles, 9 de marzo de 2011

Un ejecutado muy piñata

La noche era nocturna (redoble de batería), la aguja del velocímetro cargada hasta el extremo derecho de mi tablero indicaba que tal vez iba yo un poquito rápido. El ardor de mis ojos rojos a medio cerrar evidenciaba mi cansancio, puede ser que sólo se tratara de las luces deslumbrando en sentido contrario.

De repente, un bulto tirado junto al muro de contención ahuyentó mi desconcentración con su forma humanoide, de cara desfigurada, brazos cercenados y una pierna flexionada en el pavimento mojado por la primera llovizna de la temporada de primavera, misma que al dar el volantazo por la impresión de ver a una probable víctima del crimen organizado tirado en el Periférico a la entrada de la carretera México – Querétaro, hizo a mi poderoso vehículo derrapar en la curva. De no ser porque he visto 16 veces Rápido y Furioso 3, me hubiese volcado.

Las luces intermitentes parpadeaban tras de mí al ir a pie en busca de reconocer si se trataba de un ejecutado tirado de madrugada en los límites de Tlanepantla con la nada. Al arribar a la escena del crimen, una sonora mentada de madre salió de mi garganta en contra del responsable de tal crimen.

¡Era una piñata de Los Increíbles! ¡Casi me volteo y me cago del pinche susto por una piñata de una película de Disney! ¡Qué poca madre!

domingo, 6 de marzo de 2011

Decepciones de la vida

El sábado 16 de junio de 2001, la Selección Mexicana de Futbol perdió un partido de eliminatoria mundialista por vez primera en la cancha del Estadio Azteca. Lo hizo ante Costa Rica, con goles de Rolando Fonseca y Hernán Medford, lo que significaba que prácticamente estábamos fuera de la Copa del Mundo. Al salir del encuentro, mi fe se había muerto, mi moral estaba por los suelos y nunca antes me sentí tan decepcionado… hasta ahora.

La Expo Sexo y Entretenimiento, esa que tanto promocionan en todas partes, ese congal masivo del que todo el mundo habla, el mega festival de Sodoma que los depravados más extremos de este país presumen, esa madre que se hace en el Palacio de los Deportes es una basura. Pero mi desilusión no recae en la porquería que es esa tienda sex shop de 5 mil metros cuadrados, sino en el hecho de que Tory Lane, actriz porno estadounidense de 29 años de edad, sea una ruca gorda y guanga a la que ya nadie pela.

Daba pena verla en el escenario con sus carnes desbordadas en un vestido transparente, repartiendo autógrafos que nadie quería, después de ser una de las actrices más cotizadas en el gremio por su carita linda, cuerpo de bailarina y boca de camionero. ¿Qué sigue? ¿Ver a Carlos Slim pidiendo limosna?

Como diría el Buki: ¿A Dónde vamos a paraaaar?



Sólo chequen el comparativo y entiendan por qué estoy a dos segundos de suicidarme. Claro que la foto de la derecha es el antes, mientras que la de la izquierda es una que le tomó el viernes pasado el reconocido fotógrafo de contraluces, bodegones y naturalezas muertas, Ariel Álvarez.

viernes, 4 de marzo de 2011

Presunta censura

El comunicado de prensa de la Secretaría de Gobernación que daba cuenta del cese de exhibiciones de la película Presunto Culpable cambió mi plan para la noche de miércoles. Lo que iba a ser un maratón de Don Gato y su Pandilla con una larga sesión de tacos de bistec recalentados y una jarra de pulque de guayaba (todo en calzones y pantuflas, claro), se transformó en nachos y chesco para hacer bilis por la lamentable situación del sistema penitenciario mexicano.

Al ver el documental que próximamente estará fuera de cartelera por órdenes de una juez y a solicitud de uno de los protagonistas involuntarios de la cinta, no pude mas que sentir tristeza por la forma en la cual se hace justicia en este país y rogar por nunca ser blanco de una orden judicial emitida por alguna autoridad cuyas pocas neuronas hagan esfuerzos titánicos para respirar y evitar zurrarse encima al mismo tiempo.

La historia es por demás conocida: un chavo cae al tambo por un crimen que no cometió y el sistema no le permite probar su inocencia por el peso que se le da a una acusación miope de falsos testigos y policías incapaces. Al final, resulta ser que Bruce Willis estaba muerto y por eso el morrito lo podía ver… ¡Ah no!, esa es otra.

Pero váyanla a ver si pueden, antes de que un funcionario culero se los impida.

jueves, 3 de marzo de 2011

Meet and greet

Cuando un artista pop tipo Justin Bieber, Alejandro Fernández, Enrique Iglesias, los de Camila, o el Coque Muñiz se planta ante un público, sea un concierto, una presentación y sobre todo en las firmas de autógrafos, las fans regresan a un estado muy primitivo de evolución en el que pierden totalmente el control sobre sí mismas y sobre sus esfínteres, ya que literalmente se cagan al ver a sus ídolos en un escenario; les gritan propuestas indecorosas, les avientan sus calzones y hay quien llega a desmayarse por una mirada, una sonrisa o un beso.

Pues los seguidores de los personajes de la cultura no son tan diferentes: tratan de hacerse los serenos, los distantes, guardan la compostura ante los grandes escritores, pintores, cineastas y filósofos, como no queriendo evidenciar que en realidad tienen las nalgas batidas de caca y los pantalones chacualeando en orines por tener enfrente a sus objetos del deseo, tanto que quisieran abalanzárseles para hacerles el amor ahí mismo en el piso.

No lo nieguen, todos esos que antier estuvieron en la UAM para ver a Mario Vargas Llosa sentían lo mismo que cualquier fan de Justin Timberlake, yo los vi tirar la baba con cada palabra del ruco, si hasta una señora se aventó la puntada de decir “viéndolo bien, el señor sí está guapo”.

¡Chá!